Capítulo 26

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Desde que volví a Mónaco Charles me ha ayudado bastante con mi peque y Lando se está mudando más rápido de lo esperado.

Aún nadie sabe lo de Lucía, pero planeo pronto poder hablar sobre esto públicamente.
Sofía es la única aparte de Lando y Charles que lo sabe. Como siempre ella dijo que ayudaría con lo que pudiera.
Sé que Sofi tiene que estudiar y es por eso que le dije que no se preocupe tanto.

- ¿Qué te parece si comemos helado? - le preguntó un Leclerc muy animado a Lu.

- ¡Helado! - gritó Lucía corriendo detrás de Leclerc.

- ¿Que haré con ustedes dos? - dije riéndome.

- Querernos - dijo Charles llegando al sillón con Lucía a un lado. Ambos se sentaron y comenzaron a comer helado - Toma - dijo Leclerc entregandome una cuchara.

- Pensé que no me incluirían - dije sacando un poco de helado con la cuchara.

- Imposible, si te ignoramos nos olvidariamos de existir - dijo Leclerc mirando a la pequeña, ambos cruzaron miradas y se rieron. Lucía aún no hablaba perfectamente pero sabía claramente de lo que Charles hablaba.

- Tienes razón - le dije enfocando mi vista en Lucía, no puedo evitar recordar todos sus cumpleaños y los momentos que pasamos en familia, de alguna forma me causa tristeza no ver más a mis abuelos y lo que más dolerá será decírselo a ella cuando comienze a extrañarlos...

Cuando llegamos a Mónaco compré todo lo que Lucía necesitara, algunos juguetes también. Charles se entusiasmó de más y le compró una cama elástica.

- ¿Ya decidiste si vivirás conmigo? - preguntó Charles comiendo helado.

- Si - le dije.

- ¿Y...? - dijo esperando respuesta.

- Está bien, me quedaré - le dije a lo que él soltó un grito que venía con una emoción gigante.

- ¿Ves peque? Se quedaran aquí conmigo - le dijo a Lucía levantandola y cargandola.

- ¡Siiii! - gritó la pequeña en los brazos de Charles.

- Estás loco Leclerc - le dije.

- No me culpes - dijo riendo - odio vivir solo.

La tarde fue tranquila, Mónaco es un lugar lujoso, pero es tranquilo y eso me agrada.

Miércoles 16 de Marzo

Charles acomodó una habitación sólo para Lucía, creo que está muy feliz.
La habitación está frente a la mía y ambas son bastante grandes.
Lando ya está en su nueva casa aquí en Mónaco, si le ayudamos pero no tanto como esperabamos.

Hoy ya nos vamos a Bahrein, consulté con un pediatra y este dijo que no habría problema en que Lucía fuera a las carreras, siempre y cuando le ponga tapones en los oídos o algunos audífonos, para que el ruido de los autos no sea tan fuerte.

- ¡Leclerc apresurate! - le grité desde la puerta principal - Dios, que demoron eres...

- Ya voy - dijo bajando las escaleras casi corriendo.

- Perderemos el vuelo - le dije casi regañandolo.

- ¿Y Lando? - preguntó.

- Ya está afuera - le dije - ¿no se te olvida nada?

- Creo que no - respondió.

- Entonces vamos - le dije abriendo la puerta.

- ¡Tio Lando! - dijo Lucía corriendo a los brazos de Lando, el cuál la esperaba con gusto.

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