CAPÍTULO 14: CUMPLIENDO PROMESAS ROTAS.

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Canción: Before you go - Lewis Capaldi.

Serkan

Haberle pedido tiempo a Eda era lo más difícil que había tenido que hacer en mucho tiempo. Aquellas palabras fueron rompiendo mí corazón a medida que las había pronunciado.

La carta de renuncia yacía aún delante de mis ojos. Le había pedido a Leyla que le avisara a Engin y a Pırıl, pues no tenía ganas de enfrentarlos, ni sus sermones de "cómo aceptaste su renuncia" ni mucho menos el "necesitamos encontrar otra paisajista".

Mi cerebro aún no había podido procesar nada de lo que había sucedido en las pasadas cuarenta y ocho horas. No podía hilar las situaciones para encontrarles un sentido lógico.

Cerré los ojos unos segundos tomando una profunda respiración, unos golpes en la puerta me hicieron volver a abrirlos y abrí uno de los cajones de mi escritorio para guardar la carta de renuncia.

—Adelante. —dije lo suficientemente alto para que se escuchara.

La puerta se abrió dejando ver a Selin y a Engin, ambos ingresaron y en silencio tomaron asiento frente a mí. Los miré, esperando que comenzaran con el sermón que deseaba haber podido posponerlo al menos un día, pero teniendo en cuenta a mis amigos, no sería posible.

—¿Qué? —pregunté, recostándome en mi silla mientras mis ojos pasaban de mi amigo a mi amiga, esperando.

—Estoy tratando de encontrar las palabras sin tener que golpearte en el proceso. —Dice Engin asintiendo, como tratando de convencerse a sí mismo que golpearme no solucionaría nada.

—¿Por qué aceptaste su renuncia, Serkan? —Mis ojos se posaron en Selin, que había hecho esa pregunta.

—La carta dice indeclinable. —Les explico, encogiéndome de hombros. — Y no puedo retener a alguien que no quiere estar.

—¿Qué pasó después de la cena? —cuestiona mi amigo y socio, cruzándose de brazos, como sospechando que mis siguientes palabras serían la estupidez más grande que hubiera escuchado jamás, pero estaba listo para oírlas.

—Hablamos. Me confirmó que era hija de Mustafá y terminamos... Bueno, yo le pedí un tiempo. —Digo como si nada. Selin toma un lápiz de mi escritorio y me lo arroja, el cual atrapo en el aire.

—Es imbécil. —asiente Engin mirando a la rubia, que seguía con la mirada puesta en mí.

—¿Qué querías que hiciera? Me mintió todo este tiempo. —frunzo mi ceño mientras me incorporo en el asiento, Selin niega con la cabeza.

—Serkan... ¿Realmente la dejaste? —Selin parecía incrédula ante mis palabras, como si no fuera posible que yo hiciera eso. — ¿Dónde estabas cuando tuvo la discusión con su padre?

—Escuché la discusión, Selin. — Alzo una de mis cejas. — Por eso no pudo negarme quién era en realidad.

—Es imbécil. —Ahora fue la rubia quien asintió, pero con la mirada aún fija en mí. — Serkan, la dejaste cuando más te necesitaba.

—¿Qué querías, que le dejara pasar que se le ocurrió ocultarme información importante sobre ella como si nada? —aprieto el lápiz que aún tenía sobre mi mano.

—¡No! —levantó la voz, sorprendiéndome en el acto y dejándome callado. — ¡Le gritó en la cara toda la mierda que la hizo pasar y tú solo estás pensando en que no te lo dijo antes! —Selin se pasó una mano por la frente. — Y cuando él la quiso amenazar, ¿qué le dijo? —me mantuve callado, soteniéndole la mirada.— ¡Que si la iba a encerrar cinco semanas dándole sopa de mierda!

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now