EPÍLOGO.

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Omnisciente


Dos años después.

Eda estaba ansiosa, nerviosa y Serkan no la ayudaba. Hacía media hora que estaban en el auto, conduciendo hacia no sabía dónde porque, su ahora esposo, no quería contarle bajo la excusa de que era una sorpresa. Y ahora, para colmo, hacía cinco minutos que había dejado de responder del todo.

—Serkan, lütfen. — Estiró su mano y tomó la de él cuando terminó de pasar el cambio con la palanca.

—Eda... Ya casi estamos, quiero que sea una sorpresa. — la castaña elevó su labio inferior en un puchero mirándolo, pero terminó dándose por vencida porque él quería que fuera una sorpresa.

Durante estos dos años, todo estuvo lleno de sorpresas. Fue como una competencia silenciosa y tácita que empezó el día de la sorpresa de la propuesta de matrimonio. Desde ahí en adelante, luego del cumpleaños de Serkan, muchos de los momentos importantes fueron hechos sorpresas. Desde viajes por aniversarios hasta pequeños detalles sin un motivo más que celebrarse y celebrar su amor.

Incluso la boda fue una sorpresa, aunque con ayuda de sus amigos, fue algo mutuo que los llevó al mismo lugar. Eda y Serkan querían casarse pronto, pero el tiempo no los ayudaba. Querían hacerlo en una pequeña isla de Italia de la cual se habían enamorado cuando buscaron un escape para estar completamente desconectados durante dos días por lo menos. Para poder preparar una boda allí con todos sus seres queridos, necesitaban al menos dos meses más de los que llevaban planeando, y ninguno quería ni podía esperar más.

Entonces Eda preparó aquel viaje sorpresa a esa isla para poder casarse con Serkan, llevando de sorpresa a Ceren y a Engin como testigos. Lo que Eda no se esperaba es que Serkan hubiera planeado y logrado llevar a todo el resto de sus amigos y familiares a esa isla, con el objetivo de casarse también. Así que ella lo sorprendió a él con la boda organizada y él a ella con toda la gente esperándolos para verlos decir 'sí' en el altar.

El auto de Serkan se detuvo justo en la puerta de lo que parecía ser una propiedad con un terreno grande, pero sólo se podía ver los muros que daban a la calle porque era privada. Serkan se bajó del auto y lo rodeó para abrir la puerta y ayudar a bajar a Eda extendiéndole su mano.

Corrección: para ayudar a bajar a una muy embarazada Eda.

Cuatro meses atrás se enteraron que Eda estaba embarazada de un mes cuando, por un desmayo que preocupó a Serkan, fueron a que se hiciera unos análisis. Una semana después de esa noticia, se enteraron que no sólo estaba embarazada, sino que esperaban mellizos.

Entonces ahora Eda tenía una panza enorme, porque tenía dos bebés sanos dentro de su vientre. Y sólo tenía cinco meses.

Eda se bajó del auto sosteniendo la mano de su esposo pero no lo miró, porque sus ojos estaban puestos en la casa a la que estaban por ingresar. La castaña frunció su ceño y luego entrecerró sus ojos en silencio, hasta que la lámpara se prendió encima de su cabeza.

—¡Este es uno de mis primeros proyectos con Art-Life! — exclamó y se giró con una amplia sonrisa, viendo a Serkan asentir.

Era la casa que aquellos clientes querían remodelar esa vez, el primer paisaje que realizó Eda y donde él la llamó peri kızı por primera vez.

—Sí, hace unos meses la vendieron. — la sonrisa en el rostro de la castaña se borró al escuchar las palabras de su esposo.

—¿Y qué hacemos aquí? — cuestionó tratando de ocultar un poco la decepción por ese dato. No era novedad para ninguno que Eda se había enamorado de esa casa desde el minuto uno, pero lo había admitido hace no mucho, cuando salió el tema de conversación en la sala de reuniones de Art-Life.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now