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Nueve en punto Amina y Marcus entraron al restaurante, él se puso una camisa blanca y un pantalón de vestir negro, ella un vestido negro de tirantes anchos y no muy corto. No llevaban abrigo, ya que era una noche calurosa de las que prometían unos días lluviosos.
-Buenas noches ¿tienen reserva? -les preguntó el recepcionista.
-Nos están esperando, Melej, el apellido. -contestó Marcus y Amina a su lado se sentía nerviosa "¿cena en familia de nuevo? Espero no se maten" se decía.
-Por aquí. -les dijo el hombre y ella aprovechó para jalar de la camisa de Marcus haciendo que él la mire
-¿Qué pasa?
-Es que…quiero que evites pelear esta vez, si vos te vas yo…
-Te llevaría conmigo pero voy a intentar no discutir, te lo prometo…
-¿Qué se prometen? -habían llegado a la mesa y allí estaban Gustavo y Debora ya sentados.
-Hola papá. -saludo intentando esquivar la pregunta- Mamá. -con Gustavo fue un apretón de manos y con su madre un abrazo, exactamente al revés que con Amina.
-¿Cómo están? Hacía mucho que no los veíamos.
-Bien, ma. Yo estoy estudiando mucho, apenas si tengo tiempo de ver a mis amigas.
-¿Y vos hijito? -preguntó casi cortando lo que decía su hija.
-Bien, ahora estoy trabajando en otra sucursal y…
-Tuviste problemas ¿No? -preguntó su padre con obviedad 
-No, de hecho lo pasaron allá porque necesitaban a alguien apto para el puesto y solamente él era el indicado. -mintió ella sabiendo que sino empezarían a pelear- ¿ordenamos?
-Si, me gustaría. -Los cuatro tomaron la carta y optaron por un vino tinto mientras decidían la comida- como decía, me trasladaron y me aumentaron el sueldo, seguramente nos mudemos por la cercanía. -concluyó a lo que solo su padre fruncía el ceño.
-Entonces es una buena noticia. Felicidades.
-Gracias, mamá. 
-¿Amina va a mudarse otra vez con vos?
-No, no es correcto. Ella tendría que volver con nosotros o independizarse. -sentenció Gustavo y Marcus rió suave pero audible.
-Prometí que no iba pelear porque quiero que por una vez disfrute su cumpleaños, pero quiero decirte que ya lo hable con ella y se va a mudar conmigo el tiempo que quiera.
-Creo que voy a pedir sorrentinos con bolognesa. -comentó Amina levantando apenas la vista del menú.
-¿Es que no pensás volver? ¿Cuándo vas a terminar con este berrinche?
-Tu padre tiene razón, tu hermano debe querer hacer su vida quizás tener una pareja…
-¿Te molesta que viva con vos? -le pregunto directo a él 
-Para nada. -contestó ubicando un mechón rubio detrás de su oreja.
-Ahí tienen su respuesta además, se supone que era una cena por mi cumpleaños ¿no tendría que ser con una charla más agradable? -sus padres se miraron.
-Perdón, Amina, hija es que te extrañamos en casa…
-Ah, pero pueden ir a visitarme. -sintió como Marcus la pateó debajo de la mesa.
-Si, seguro vayamos. -dijo su madre pero Gustavo la interrumpió.
-Por cierto, feliz cumpleaños. -le dio una bolsa de papel blanca.
-Gracias pa. -la abrió y en ella estaba la lámpara de la luna que flota- ¡no mames wey! -exclamó con gran emoción.
-Amina tu vocabulario. -dijo Debora y su esposo la miró confundido 
-¿Es una mala palabra?
-Digamos que la juventud la usa hoy y es una forma algo vulgar.
-Y ustedes no son tan viejos como para hablar así. -los interrumpió Marcus para sacarle de las manos el regalo a Amina. -¿Una lámpara? Pa, en serio…
-No sabes persistencia de tu hermana para encontrar esa lámpara. 
-Agotadora, digamos.
-Ey, estoy acá.
-Perdón, bueno este es el mio. -su madre le tendió una bolsita pequeña y los tres estaban asombrados- ¿Qué? Abrilo.
-Wow, gracias. -"mi madre, la que me parió, me hizo un regalo ¡me regaló algo!" decía en su mente al recibir su primer presente, bueno segundo una vez le había comprado hebillas para el pelo en la primaria y aún las tenía. Al abrir había un collar plateado con un dije de un sol siendo el centro una perla- me encanta, gracias. -en eso el mozo tomaba su pedido y Debora miraba asombrada lo que pedía Amina. 
-Me alegro que te guste ¿en serio pediste pasta? ¿No son muchas calorías…?
-Ma, hago cardio todos los días, tengo que reponer energía. -Marcus casi se ahoga con el vino, sabiendo a lo que ella llamaba "hacer cardio".
-Ah, bueno…qué bueno, nunca te gustó hacer ejercicio… -comentó pensativa.
-Él me contagió, le encanta hacer ese tipo de ejercicios y bueno empecé yo también.
-Si, es verdad, ya le tomó el ritmo y todo. -concluyó él haciendo que Amina se ponga roja como un tomate. 
 Cuando la comida estuvo en la mesa, la charla fue sobre cómo habían pasado sus vacaciones y más de una vez desviaron la conversación para evitar peleas, Amina podía ver como ellos se estaban aguantando cada comentario. Definitivamente no quería pedir postre, quería irse. Al levantar la mesa trajeron una torta de chocolate pequeña con velas encendidas y los cuatro le cantaron el feliz cumpleaños, ella estaba muerta de vergüenza y más cuando todos los del lugar aplaudieron. "Disfrútalo que es el último." se decía previendo lo que se vendría. Marcus, sin levantarse besó su frente mientras le tocaba una nalga disimuladamente. 
-Feliz cumpleaños, mi pequeña.  -le decía su padre dándole un abrazo.
-Feliz cumpleaños. -dijo su madre apretando su mano entre las suyas y Amina la miró sin entender. 
-No seas seca, dame un abrazo al menos. No te pido que llores pero… -la vio tragar saliva y noto la fuerza que hizo para darle un abrazo y besar su mejilla.
-Feliz cumpleaños. -si bien siempre fue pacífica, Amina sacó su carácter espantosamente fuerte y estaba sintiendo una rabia difícil de manipular, respiró profundo, le sonrió y lo más calmada que pudo le dijo:
-Te voy a hacer una pregunta, no es para que te enojes ni te ofendas, tampoco como que me importe pero ¿De verdad soy tu hija? 
-¿Qué? -los tres la miraron sorprendidos.
-Eso, es que desde que tengo memoria sos la madre más ausente/presente que conozco, es decir, estuviste dieciocho años conmigo, me has llevado a la escuela y todo eso, pero nunca tuviste ni el 2% de cariño que tenés con Marcus y no es que este celosa pero mientras que a él lo saludas con un abrazo y toda la pantomima yo te tuve que obligar, forzar, a que me lo dieras. Explícame porque no te entiendo. 
-Ay, Amina ¿te estas escuchando?
-Ahora te voy a escuchar a vos. -contestó sin perder la sonrisa y parpadeando rápido. Debora tomó su copa de un trago.
-Cuando… cuando… me enteré que estaba embarazada yo no te quería tener. Iba a abortar. -si bien lo sospechaba el hecho que se lo diga fue demasiado fuerte- Tenía a Marcus, estaba en la cima de mi carrera otra vez y ya consideraba mi vida completa. Se ve que los anticonceptivos fallaron, tu padre me convenció para que te tenga, puede decirte que no deje de trabajar o hacer mi vida en el transcurso del embarazo, pensaba que con mí ritmo de vida o estrés habría una posibilidad que se interrumpa el embarazo pero naciste, una semana sin ir a trabajar, tuve que recuperarme de una cesárea. No pude darte el pecho, no podía verte. Me dijeron que era depresión post parto, yo sabía que no era eso. Cuando te vi eras una bebe preciosa, eras parecida a mi. Tu padre siempre se ocupó de vos, yo nunca te pude tener en brazos. Con el tiempo ese rechazo no cambió solo se puso más extraño, cuando no estabas te extrañaba, me preocupaba si estarías bien o no pero cuando volvías… no podía, simplemente no podía.
-Podrías haber ido a un psicólogo ¿yo qué culpa tenía?
-Si fui, pero ninguno me dio una ayuda o una respuesta, cuando fuimos de vacaciones este año pasamos por la ciudad de Praga, era dónde queríamos llevarte. Tu padre me contó que estabas enamorada de esa ciudad por fotos… entonces te compré ese collar ahí, en una tienda cerca del reloj astronómico. Pensaba en vos, te extrañaba, quería escucharte pero cuando lo hacía ya no quería…
-No mames, estás loca. -dijo al verla casi al borde de las lágrimas- o sea, yo me imaginaba algo así ¿Pero tanto? Wow, o sea mi mamá me quiere y no me quiere al mismo tiempo. Anda a otro psicólogo, mi ciela. Me quedo con el collar, porque me gusta y sabes una cosa, te perdono toda esa locura que tenes conmigo, y si no venís a visitarme nunca te lo voy a reclamar, hacelo cuando se te pase y tengas ganas de ser mi mamá. -se paró y lo miró a Marcus- ¿Nos vamos?
-Si, un segundo. -dijo y un mozo le trajo una caja- listo, ahora si. -él la veía que estaba conteniendo enojo o tristeza o un sentimiento muy fuerte. Salieron del lugar en silencio camino al coche.
-Amina, espera. -su padre la abrazó y ella no sabía que hacer todavía estaba en shock- tu madre dijo que va a ir a un psicólogo y que quiere quererte como una madre y…
-No me interesa, de hecho como nunca tuve un cariño de su parte me hace quererla tanto como a un ficus.
-Pero si volves a casa podemos…
-No voy a volver.
-No va a volver. -dijeron ambos al mismo tiempo.
-¡No podés obligarla a no volver! -le dijo muy enojado a su hijo.
-Pa, nadie me obliga. Yo no vuelvo porque no quiero, con Marcus estoy bien. -le dio un beso en la mejilla- buenas noches. -se dio media vuelta, su hermano pasó el brazo por sus hombros,  caminaron abrazados hasta el auto y la hizo entrar.
-Pero… 
-Ahora es mía. -contestó Marcus con una sonrisa de oreja a oreja, Gustavo frunció el ceño pero no llegó a decir nada.
-Marcus no lo pelees… -le dijo una vez que entró. 
-Para nada, pero que no crea que va a alejarte de mí por uno de sus berrinches.

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No es uy, que maratón pero espero les haya gustado, he ahí la explicación de Debora, espero la hayan entendido. Me base en una historia de verdad en ese punto pero no se si me exprese bien, espero que si😅. ¿Se esperaban algo así? Aun falta la del padre hacía Marcus😏
Nos leemos prontito🙋🏻‍♀️🙋🏻‍♀️🙋🏻‍♀️

Deseos Prohibidosحيث تعيش القصص. اكتشف الآن