Aún te amo

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Mis días sin Mariana han Sido terribles, ya pasaron dos semanas desde la última vez que la vi. La extraño, quiero verla, darle besos y decirle que aún la amo pero, no puedo, simplemente no puedo.

Valentina: Hey! Tierra llamando a Tamara, te comerás eso? -dijo Valentina mirando mi plato.-

Tamara: Mmm no, se me fue el apetito.

Valentina: ¿Pensabas en ella? -dijo con expresión de tristeza.-

Tamara: Yo... Si... Solo un poco. Pensaba en que quizá si ese día no la hubiese dejado irse a su casa nada de esto estaría pasando.

Valentina: Ya no pienses en eso Tami, olvídalo, ¿Sí? O al menos inténtalo. -dijo colocando su mano sobre la mía con una media sonrisa de madre preocupada y sus ojos puestos en mí.-

Tamara: Sí, tienes razón Vale, saldré a caminar necesito distraerme. -dije levantándome de la mesa.-

Valentina: Quisiera acompañarte pero saldré dentro de un...

Tamara: No, está bien. No te preocupes.

Valentina: ¿Segura qué estarás bien?

Tamara: Si Vale, no me iré a tirar de un puente! -dije riendo y ambas reímos.-

Busque mi abrigo y ví mi reflejo en el espejo, me sorprendió. Había bajado de peso, mis ojeras eran amplias de un tono un tanto oscuro a comparación del resto de mi rostro y mi nariz que estaba un poco sonrojada por llorar siempre, era un completo desastre.
Me puse el abrigo y salí de la casa de Valentina.
Camine por maso menos una hora hasta llegar a un bosque donde pase tiempo con Mariana hace meses, me tire en el pasto y llore por un buen rato hasta quedarme dormida.

....

Un par de horas luego despierto regresando a mi triste realidad, mi vida sin ella. Me levanto y sacudo mi ropa. Miro el horizonte, el sol se empieza a ocultar, entre el paisaje puedo divisar la figura de una mujer, está sentada con un libro sobre sus piernas bajo un árbol. Doy algunos pasos para poder verla mejor y entonces se quién es... Ese rostro inconfundible, el cabello alborotado por el viento y los ojos cafés más tiernos del mundo... Es Mariana.

Ella mira el horizonte pasando las manos por sus mejillas, al parecer está llorando. En eso nuestras miradas se cruzan, ella me mira fijamente y yo la miro con alguna lágrima queriendo salir. Quisiera correr y abrazarla pero no muevo ni un músculo. Ella se levanta, tira el libro que tenía y se acerca a mi a paso acelerado...

El Último AdiósWhere stories live. Discover now