46. BIENVENIDOS.

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Hoy le han dado el alta a Ates, aunque Yildiz en cuestión de días la ha superado en peso, aún está un poco débil. Estamos muy contentos por tener a uno de nuestros bebés con nosotros. Llegar de neonatos y estar en esta fría habitación se me hacía muy duro y aunque Can no diga nada, sé que a él también.

Sigo sintiéndome vacía. Me faltan mis otros dos pequeños. Pero aprovechamos con Ates todo el tiempo que podemos para tenerla en nuestros brazos. Poco tiempo se pasa en su cunita a decir verdad, si no la tiene Can cogida la tengo yo.
Es tan rosadita y achuchable que nos pasamos el tiempo acurrucandola,  dándole besos, oliendola...

Llaman a la puerta y entran a la habitación una enfermera para revisarme a mí y una señora que se presenta como la pediatra para hacerlo con Ates, que justo estaba en los brazos de Can durmiendo.

La pediatra que tiene aproximadamente la edad de mi madre, se acerca a Can para coger a la niña.
-Pediatra: Oh, vaya se ha quedado dormidita ahora?
-Can: No, lleva ya un rato durmiendo.
-Pediatra: Oh, oh, pues entonces debería de estar en su cunita.

Can se queda callado.
La enfermera que está tomándome la tensión levanta las dos cejas y cierra los ojos en señal de incredulidad.
-Pediatra: No se lo tome a mal señor, lo digo porque teniendo a dos bebés más, acostumbrarlos a los brazos es toda una tortura.

Dice mientras explora con rapidez a la niña.
-Can: Bueno, ahora mismo no nos importa, queremos disfrutarla.
-Pediatra: Tanto brazo no es muy bueno. Cuando lleguen a casa se acordarán de lo que les digo. Buenas tardes.

Dice dejando a Ates en la cuna y saliendo de la habitación.
Can se queda al lado de la cuna, mirándome con seriedad. Por respeto no dice nada delante de la enfermera. Pero ella, una vez acaba de mirarme la tensión, el azúcar y revisarme los puntos deja todo en la mesilla y se acerca a la cuna.
-Enfermera: No le hagan ni caso. Aquí los únicos que deciden qué hacer o cómo con sus bebés, son ustedes.
Bienvenidos a la paternidad donde todo el mundo da consejos gratuitamente.

Can se ríe, su cara cambia por completo.
-Sanem: Yo me he quedado preocupada, como ha dicho que es una tortura...

Digo riéndome también.
-Enfermera: Ella es así, es muy buena con los niños pero no sé por qué va por todas las habitaciones con el mismo discurso, que si los brazos no,  que si hay que dejarlos llorar para que se acostumbren...y muchas cosas más.
Un bebé necesita a sus padres cerca.
No hagan caso a ese tipo de comentarios, por muy profesional que sea, siempre hay que hacer lo que el corazón les diga.
-Sanem: Muchas gracias. La verdad que estamos tan contentos por tenerla aquí, que queremos disfrutarla todo lo que podamos, sus hermanitos siguen en la UCIN y tenerla a ella hace que todo sea menos amargo.
-Enfermera: Por supuesto, yo haría lo mismo. Los bebés crecen muy deprisa, cuando menos lo esperes están correteando y huyendo de nuestros brazos.
-Sanem: Eres mamá?
-Enfermera: Sí, tengo dos niños y el tiempo se pasa volando, ahora están en una etapa que cuando los beso se limpian la cara...con eso, se los digo todo.

La enfermera nos hace reír. Tiene toda la razón, hay comentarios que tenemos que obviar, los únicos que vamos a decidir qué hacer o no somos Can y yo.

Dos días después le dan el alta a Yildiz. Y esa misma tarde me comunican que al día siguiente me la darán a mi también. Deniz tiene que quedarse. A Can y a mi se nos rompe el Alma. No concebimos irnos a casa los cuatro y dejarlo él.

Me paso toda la tarde en neonatos, pegada a su incubadora. Como me he sacado leche para la siguiente toma Can se encargará de dársela las niñas. Me siento la peor persona del universo por tener que separarme de mi bebé. No quiero que nadie me hable, ni que me molesten. Pido que lo saquen para poder cogerlo y abrazarlo. Abre sus ojitos pequeños y me mira y se me viene el mundo encima, lloro tanto que la matrona que nos ayuda aquí viene para calmarme.

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