CAPÍTULO 17

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Me observo en el espejo, no me gusta mucho lo que veo, yo soy de un estilo un poco más... reservado. Llevo puesta una ombliguera blanca con un escote muy grande, demasiado grande, gigante, enorme, ¿ya les dije que era grande?... ya entendimos Emily... subconsciente, no comiences otra vez. También llevo puesta una falda negra de nada más y nada menos que del diseñador Thiago Parravinci, el mejor diseñador de todo Askard, nunca había usado ropa tan cara, antes de llegar aquí, cuando teníamos una vida normal, no éramos pobres, pero tampoco éramos ricos, solo éramos personas de clase media, con lo exacto para suplir nuestras necesidades básicas. La falda está algo alta para mi gusto, pero Mateo dijo que tenía que estar lo más provocativa posible para distraer a los guardias, y unas vans negras. Mi madre me ha dejado el cabello en ondas hacia atrás y me ha maquillado con un maquillaje que Mateo compró.

Mateo aparece en el reflejo del espejo, me giro hacia él y le digo dando una vuelta:

- ¿Qué tal estoy? – el giro hace que se me levante un poco la falda.

Mateo se queda con la boca abierta.

- ¿Tan mal estoy? – le digo divertida.

-Emily...emm... estás preciosa.

Me rio y obviamente me sonrojo un poco.

-Enserio, te juro que pareces una miss universo, no sé cómo podré resistirme los celos al ver como esos asquerosos guardias te miran.

-Si me llegan a tocar un pelo, les daré una paliza que se acordarán de mí.

-Esa es mi chica – sonrío – pero que tal que uno de los guardias sea guapo y te enamores de él...

-Eres muy exagerado, además, lo de los guardias fue idea tuya.

-Sí, lo sé, todo sea por mi futuro suegro – me dice divertido.

Me rio y digo:

-Bueno, démonos prisa, ya casi va a amanecer.

Mateo me tiende su mano, la agarro y salimos del vestidor. El me guía por unos pasillos que nunca había visto, luego veo una puerta blanca que se me hace conocida, me parece haberla visto antes. Claro, esa es la misma puerta que vi antes de que me metieran a la fosa. Es la puerta que da a la fosa, en donde está mi padre encerrado, lo raro es que no hay guardias.

- ¿Dónde están los guardias?

-No lo sé, quédate aquí – me dice.

Va hacia la puerta y la golpea con los nudillos, de pronto se escuchan unos pasos apresurados, casi parecen corriendo. En ese momento, me corro hacia la pared cuando veo a dos guardias que se acercan a la puerta con dos rifles en las manos, uno lleva las llaves colgadas de su cinturón. No vi donde se metió Mateo. Escucho el sonido que habíamos cuadrado para el plan. Es mi señal. Es hora de actuar. Respiro hondo y me acerco lentamente a dónde los guardias, intento parecer lo más sexy posible. Seguro no me deben reconocer, ninguno de ellos debe comparar a esta sexy chica guapa con la que alguna vez tuvieron en sus brazos para meterla dentro de la fosa. Uno de los guardias me chifla, me acerco lentamente hacia él, le tiro del uniforme y le pregunto:

- ¿Quieres venir conmigo, guapo?

-No te imaginas cuanto me gustaría, pero estoy de turno.

-Eso no es problema, tu compañero se quedará cuidando, ven, anda – le ruego, pensándolo bien, soy una actriz en potencia.

-Mmm... espera – va hacia su compañero y le dice unas palabras, él asiente, se vuelve hacia mí y me dice:

-Listo, podemos irnos – sonríe, que asco, tiene los dientes más podridos y amarillos que haya visto jamás, es un viejo que no le pongo menos de cincuenta años, parece mi papá. "Todo sea por mi padre, todo sea por él" – me repito mentalmente.

Vidas de CristalWhere stories live. Discover now