Primer día

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Hacía demasiado frío a mi gusto, pero tenía que aguantar hasta terminar la universidad, ya que había sido la única en aceptar mi solicitud.

Veía a las personas pasar a mi alrededor, todas con sus ponchos y trajes de invierno, mirando de forma extraña mi mirada perdida, era obvio que no pertenecía con nada en este lugar. Parecía una tonta, con mapas en la mano y unos guantes tan incómodos que hacían que todo se resbale por mis dedos.

Una señora que pasaba se compadeció tanto de mi estupidez que decidió darme indicaciones de como llegar a mi destino. Decidí ir sola porque creí que sería toda una aventura, pero jamás había pensado que un lugar tan frío y horrible iba a estar tan poblado de gente que me haría marear.

"Es el lugar más bonito que he conocido en toda mi vida", no veo que es lo podría encontrar alguien de atractivo en un lugar así de húmedo y aburrido.

Al menos ahora que estaba dentro de la imponente construcción del campus abundaba el calor que tanto había extrañado estas ocho horas. Tambíen descubrí que además de frío, el lugar estaba infestado de zombies vivientes. Todos con sus horribles capas y capas de ropa, los celulares en mano y uno que otro chiste sin gracia que no hacía reír ni a una mula.

—¿Disculpa...?

Me quité los auriculares y levanté los ojos, esperando a que aquella rubia que estaba destinada a ser mi guía diga algo más.

—Nadia— Dije finalmente ante su sepulcral silencio.

—Oh, tu eres la chica de Dallas, ¿Cierto?

Mire a ambos lados, no veía a nadie más que estuviese esperando por un guía.

—¿Qué no es obvio?

Mi pregunta sarcástica la puso un poco incómoda y tuve que  recordarme que solo estaba intentando ayudarme y ser amable.

—Lo siento, solo quiero saber que clases me corresponden, en qué parte son y dónde voy a dormir, solo...quiero descansar.

Me dió una cálida sonrisa y me indico que la siguiera.

Caminaba a paso firme frente a mí, su cabello eran casi tan largo como sus piernas, lo que me hacía ver cómo un pedazo de mierda. Su porte era como el de una Barbie de cabello castaño, en cambio yo era más como una mala imitación de cabello negro y unas ojeras que siempre acompañaban mi pálido rostro.

—¿Y puedo saber por qué decidiste cambiar de universidad en tu segundo año?, Quiero decir, en tu segundo año...

En el clavo. Esperaba que nadie me preguntara aquello, me ponía tan incomoda tener que explicar algo que ni yo misma sabía a la perfección.

Mis padres tampoco entendieron este cambio tan abrupto que había tomado, no lo habían tomado para nada bien. No era una malcriada, pero muchas de mis decisiones me hacían ver como una malagradecida.

"¿Estás embarazada?" "¿Acaso estás loca?" "Es por rebeldía, ¿No es así?"

No sabía que responder a aquellas preguntas. Pero sin duda, ninguna de ellas era la razón, sobre todo la del embarazo.
Era mejor que creyeran cualquiera de esas cosas, no tenía ganas, ni mucho menos una explicación lógica para lo que había decidido.

—Me aburrí del calor Texas, prefiero más el abrasador frío que hay aquí— Respondí sin darle mucha más información.

Me miró a la cara como si estuviese loca, claramente se notaba a leguas que odiaba y detestaba lo que el frío provocaba en mis mejillas. Decidió hacer caso omiso a mi horrible actitud y siguió el recorrido, mostrandome la biblioteca, la sala de cine, de teatro, y cuando llegamos a los edificios con los cuartos le di las gracias, entre y cerré la puerta en su cara. No tenía ganas de seguir conversando, ya sabía a dónde ir y dónde no y además, necesitaba descansar de tanta atención. El recorrido había terminado.

Vivas por siempreOù les histoires vivent. Découvrez maintenant