¡Niddy, para!

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Mis formas de adaptación a la sociedad son un tanto escasas, algo que aprendí a identificar y aceptar como una parte de mi inútil y esquelético cuerpecito humano. Mi cabeza, mi cerebro para ser específicos, es como una invención mal hecha. 

Mi capacidad de socializar con las demás personas es deprimente; no me gustan los chismes, tampoco me gusta la música, pero es una de las únicas formas de alejar a los demás. Odio hablar de chicos, sobre todo porque jamás me ha ido bien con ellos, me deprime aún más el charlar sobre el futuro, jamás he visto uno.

Solo han habido dos personas capaces de llevarme la corriente y esas eran Sarah y Rose. Mis insoportables amigas.

—Oye, ¿Qué tanto estás escribiendo, eh?

Solté mi cuaderno y el lapicero y la miré a la cara, harta del horrible calor que hacía en el lugar.

—¿Puedes ya quitar esa horrible cara de amargada Niddy?— Me reclamó bajando los brazos rendida.

—Sí, ya vas a ver que la pasaremos bien.

Rodé los ojos, estabamos atrapadas en una estúpida quinta donde haríamos una gran fiesta y nos alocaríamos o algo por el estilo. Pero apenas si eran las 5 de la tarde y yo solo quería irme a dormir.

—Chicas, que de verdad no es necesario que yo esté.

Ambas me observaron como si fuera el ser más estúpido de la tierra.

—¿Hello? Es tu cumpleaños, no puedes perdertelo. ¿O si no porque estaríamos malgastado nuestra tarde entera en prepararlo todo?— Se molestó Rose.

—Bien, ¿Qué dices? ¿Serpentinas rojas o azules?— Preguntó Sarah.

—La que mas combine con tus ojos— Solté y volví a lo mío.

Ambas suspiraron tan fuerte que no tuvieron que hablarme para saber que estaban realmente molestas con mi actitud.

—Esta bien, azules— Mi respuesta fue corta pero suficiente para mi amiga. —Iré a por agua.

Me levanté del suelo y me alejé de ellas y la estúpida y grande piscina.

Dentro se escuchaba Tailor Swift y no se oía nada de las voces de afuera, lo cual agradecí ya que no podía seguir soportando su estúpida charla de festividad.

Cumplía ya mis diecinueve años y no podía ser peor que los finales de la universidad para los próximos meses. Más crecía y todo era más difícil.

Tomé una botella de agua y me la vacíe hasta que me sentí llena. Últimamente me había sentido demasiado deshidratada, aún tomando más de tres o cuatro litros de agua por día. Tal vez era el calor que hacía, pero eso jamás me había molestado en absoluto, entonces simplemente opte con que era el cansancio de la universidad. Pero estos meses todo había sido culpa de la universidad, lo cual, no era cierto.

—¡Niddy!— Escuché el grito chillón de Sarah.

Salí de la cocina rápidamente y me acerque a la piscina, dónde estaban las dos.

—¿A qué no sabes quién acaba de pedirme un favor para ti?

Rose y yo enarcamos las cejas. No teníamos idea de a quién podría referirse.

—Bueno, a ver, que no es algo taaan sorprendente. Es decir, siempre le has gustado mucho, pero no pensé que se molestaría a—

—¿De quién carajos hablas?— La corte de tajo.

Se mordió la lengua y me mostró el celular mientras se le veía una sonrisita de felicidad que no podía evitar ocultar.

—Es Nick— Soltó Rose a un lado mío. —¡Y quiere hacerte una sorpresa por tu cumpleaños!

Vivas por siempreWhere stories live. Discover now