14. Respiro

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Disfruten el capítulo.

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Había dejado de manifestar en que una salida poco planeada sólo conduciría al desastre. Ahora, aceptando a final de cuentas su destino, se dedicó en silencio a observar el panorama desde el cristal. La puesta del Sol caía en el horizonte e incluso notaba algunas parvadas de aves sobrevolando entre las montañas que empezaban a ser notorias a medida que avanzaban en su recorrido.

¿A dónde demonios pensaban llegar? Era su primera duda. Una que incontables veces cuestionó a su compañera, a lo que solo le respondía con un simple “pronto lo sabrás”.

Por su parte la morena se mantuvo en un silencio imperturbable (no le quedaba de otra, ya había molestado a la chef más de la cuenta que si seguía probablemente acabaría por enfadarla de verdad.

Pese a ello, aunque lo trató de evitar se le veía emocionada. Hasta hace una hora creyó que su idea no había sido la mejor para su “rapto”, debido a que no estaba segura que todas las modificaciones que solicitó con anterioridad ya estuvieran concluidas. Pero al menos esperaba que el lugar al que iban fuera del total agrado para la chef.

—Ya estamos demasiado lejos de la ciudad… —susurró nerviosa de la lejanía al notar el libramiento en dónde se incorporó Mónica.

—No desesperes. Faltan cinco minutos.

—Eso dijiste hace quince minutos.

—Quince, cinco… ¿Cuál es la diferencia?

—Mónica —la fulminó con la mirada.

—Está bien. No digo nada —más le valía no volver a bromear, al menos hasta llegar—. Pero si, ya casi llegamos.

Como lo mencionó solo faltaron unos cuantos minutos. Al cabo del tiempo, llegaron a las orillas de una población bastante rústica que poco a poco iba cubriéndose por el brillo naciente de la noche.

—Desde aquí, seguiremos a pie —expresó luego de apagar el motor y desabrocharse el cinturón de seguridad. Aunque la comunidad estaba frente a ellas, aún debían continuar caminando.

—Moni, se ve bonito el lugar pero ya es demasiado tarde como para salir. ¿Por qué no venimos algún otro día que tengamos tiempo?

—No, no, no. Ya estamos aquí, ¿para qué postergarlo? Ven, vamos —la animó a seguirla.

Sabiendo que su amiga no daría su brazo a torcer, no tuvo más remedio que ir.

—Está bien —hizo lo mismo que su compañera y descendió del auto.

Una vez que la morena accionó los seguros, emprendieron su recorrido cuesta arriba adentrándose en las callezuelas del pequeño pueblo al que llegaron.

Observando los alrededores del acceso pareció serle conocido a la chef.

—¿Estamos en…? —No recordaba el nombre exacto pero creía saber del lugar. Pocas veces había tenido la oportunidad de salir de su ajetreada rutina y aunque llevaba mucho tiempo viviendo en Madrid, no tenía tanto conocimiento de los sitios turísticos de los alrededores.

—¿Lo conoces? —se emocionó—. Eso es genial.

—No realmente. Sólo que aquí hay un restaurante muy popular y en alguna ocasión vine por cuestiones laborales.

—Entonces, hoy será el día en que lo conozcas a su máximo esplendor.

Por extraño que sonara, a la chef le dió miedo su comentario.

Sonrisas y Sabor (Chicaxchica)Where stories live. Discover now