IV. Una pizca de... felicidad

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Disfruten el capítulo.

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Después de tomar el desayuno en una de las galeras del centro, la familia De Gante en compañía de Mónica y su pequeño hermano Ángel se dispusieron a dar una ligera caminata. El día recién iniciaba y la morena lo sabía. Así que como parte del recorrido les ofreció ir y disfrutar de la mañana en medio de animales y vegetación natural.

—¡¡¡Yo quiero ver a los hipopótamos!!! —El niño entusiasmado pidió a su hermana luego de llegar al sitio—. ¡También a los cocodrilos!

—Esa es una excelente idea. Te prometo que iremos a verlos —La morena asintió complaciente a su hermano, luego volteo a su costado dónde el señor Arturo junto con su hija observaban el mapa del sitio, quizá analizando la mejor vía para seguir, algo que le pareció sumamente tierno por la manera de mostrar sus gestos—. Son tan similares —susurró feliz.

Siguiendo la sugerencia del señor Arturo, iniciaron su recorrido por la ruta del bosque tropical. El pequeño niño parecía ser el más complacido por la elección del lugar y tomando ventaja de eso, Mónica aprovechó la distracción de los demás cuando se detuvieron a observar la zona de los orangutanes.

—Ven, vamos a buscar esos cocodrilos —comentó a su hermano desviándose a otra de las zonas públicas.

A los pocos minutos la chef se percató de la ausencia del par de hermanos y como quien busca respuestas, recibió un mensaje de la morena avisando que más tarde se verían, comprendió que le estaba dando espacio con su padre para hablar. Siendo franca, se sentía nerviosa pues era la primera vez en mucho tiempo que se quedaban solos.

—¿Quieres que vayamos a buscarlos? —Arturo captó la incomodidad de su hija o al menos entendía que no era fácil su relación después de todos los problemas que existieron por la relación que tenía con Emma.

—No —La chef expresó decidida—. Si no te importa, ¿podemos continuar el paseo nosotros?

Su padre asintió avanzando a su lado por uno de los amplios caminos del lugar mientras conversaban tranquilos el tiempo necesario.

***

Más tarde, después de un largo paseo a casi todo el zoológico, se reencontraron en el área de comida. La familia De Gante ubicaron a sus acompañantes descansando en una de las mesas disponibles, Mónica se encontraba sentada bebiendo una soda mientras Ángel se veía feliz admirando la gorra con diseño de cocodrilo que compraron en la tienda de obsequios haciendo juego con las playeras a par que ambos (de igual forma) consiguieron ahí.

—Pero qué lindos están los dos —Alondra los observó asombrada de lo tiernos que se veían.

—¡Verdad que si! Le dije a Mónica que también te comprara una a ti —le dió la bolsa que cuidaba su hermana—. Lo escogimos juntos. Póntelo.

Dudosa tomó la bolsa percatandose primero del diseño tan ”peculiar" que eligieron. Con la vista buscó auxilio primero de su papá quien le sonrío al ver la prenda asintiendo a la petición del niño, luego se fue a los ojos de Mónica, también parecía interesada en verla con la camiseta verde con la frase de “yo amo a los mapaches”.

—Te queda justo como lo imaginé —dijo Mónica aguantandose la risa. Luego le pidió a su hermano que se pusiera a su lado para tomarle una foto conmemorativa—. ¿Qué? Agradece que no te compre una gorra también.

—¡Si, vamos por ella! —gritó Ángel.

—Móni… —la fulminó con la mirada.

—Bueno hijas —intervinó el señor Arturo—, ¿qué les parece si comemos algo antes de irnos?

Todos asintieron.

El pequeño Ángel revisaba emocionado el menú infantil, mientras el señor Arturo le pedía a la empleada las órdenes de los demás que esperaban afuera del local.

—¿Cómo estás? —preguntó la morena después de regresar del sanitario y ver a la chef pensativa.

—Ahora, me siento cansada. Ustedes tienen bastante energía —refiriéndose a ella y su hermano—. Pero emocionalmente… me siento en paz. Necesitaba estar con papá así. Hablamos de muchas cosas y le prometí intentarlo por él.

—Me da gusto que la idea de venir aquí te haya gustado.

Alondra la observó complacida. Tomó el extremo de su mano sujetándola firme, observándola como lo que era, la mujer más hermosa sobre la Tierra.

—Sabes, no me canso de pensar que me gane la lotería contigo.

Mónica sonrió avergonzada presa de la seriedad de sus palabras y ante el silencio suscitado, se acercó a la chef brindándole un cálido abrazo que la reconfortó y emocionó incluso más de lo que pudiera decir y para terminar de demostrárselo, la tomó de las mejillas para robarle un tierno beso que podría haber durado más sino porque Ángel apareció interrumpiendo y regañando a su hermana de robarle el alma a la chef como si fuera el dementor de aquella película de magos que vió recientemente.

Algo que terminó de hacer reír al grupo de adultos.

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Awww…

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Nos leemos luego.

Sonrisas y Sabor (Chicaxchica)Where stories live. Discover now