III. Una pizca de... sinceridad

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Disfruten el capítulo.

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La incandescencia de los fogones acaparaba la visión del par de jóvenes que concentrados se apresuraban a terminar los platillos.

Alondra no reparó en exponer su crítica en cada parte del proceso porque sabía bien que ellos estaban ahí para mejorar.

—Chef De Gante. Ya terminamos de ordenar las estaciones —Clara, una de los dos estudiantes se acercó para avisar que todo se encontraba limpio.

—Si, muy bien.

La rubia la notó seria —más de lo usual— incluso se atrevió a creer que estaba enferma.

—¿Chef De Gante, se encuentra bien? —Despegó la vista del ventanal prestando completa atención a su estudiante.

—Si, descuida —Aunque claro no parecía ser verdad, así que tuvo que esforzarse regalándole una tímida sonrisa para no preocuparla—. Ya pueden retirarse.

—Uhm. Si no le importa, ¿La puedo acompañar hasta el estacionamiento?

—Si, claro —respondió amable.

Despidiéndose de su otro alumno, bajaron a la primera planta para ir a la oficina. Después de tomar sus pertenencias Alondra y su estudiante se dispusieron a salir del edificio.

Clara la observó con algo de nerviosismo mientras caminaba a su lado. No entendía cómo es que la chef podía hacerle sentir tantas cosas sin siquiera conocerla. Aquel semestre y gracias a la competencia en la que se inscribió, se habían vuelto un poco cercanas (si a eso se le podía decir al pasar más tiempo juntas aunque fuera cocinando).

Y por eso, aunque sabía que tenía nulas posibilidades con ella, necesitaba decirle lo que sentía.

—Gracias por ayudarme a cargar este material.

—Descuide. Lo hago con mucho gusto —intentó disimular sus nervios jugando con el botón de su filipina.

Está vez fue el turno de la chef en notar que a Clara le ocurría algo.

—¿Sucede algo?

—No. Bueno yo… hay algo que quisiera decirle.

—Si. ¿De qué se trata? —se acercó amablemente.

—Es que yo… realmente creo que es una persona increíble, Chef De Gante. 

—Clara —suavizó su habla— Eres la única estudiante que me llama por mi apellido. Puedes llamarme por mi nombre aquí.

—Lo siento. Chef De Gante, quiero decir Chef Alondra —Ella sonrió divertida. Clara se sentía tan afortunada por ver aquella faceta única en su tipo.

—Bueno, no quiero quitarte más tu tiempo. Nos vemos la siguiente se…

—Espere —la detuvo antes de que abriera la puerta del piloto. Sentía que su corazón latía como loco y es por esa inyección de adrenalina que se atrevió a decir…— ¡Chef De Gante, usted me gusta! —dicho lo último acortó la distancia entre ambas robándole un sutil beso en la punta de sus labios tan fugaz como su acción.

La chef retrocedió un paso apenas pues la camioneta se lo impedía. Cuando se recompuso de la impresión intentó hallar las palabras adecuadas para decirle.

—Clara, discúlpame —se removió incómoda—, yo no puedo…

—No, no, no. Discúlpeme a mi. Lo hice sin pensar. Perdone si la fastidie con mi absurda confesión y…

Sonrisas y Sabor (Chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora