25. Peticiones

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Disfruten el capítulo.

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Alondra no se inmutó en responder al saludo que la mujer le brindó apenas verla. Se mantuvo en silencio quizá más de lo debido, lo que generó un ambiente pesado entre todos los presentes.

—¿Qué hace ella aquí? —soltó directa.

—Alondra —su padre intervino. 

—Será mejor que los deje a solas —la mujer observó a Arturo quién le agradeció el gesto.

—Gracias, Emma.

—Lo mejor que puede hacer es irse. Esta no es su casa —completó la chef con voz hostil—. Y no es bien recibida aquí.

—¡Alondra, no seas grosera!

—No, no, no. Está bien. No la regañes. Tiene razón, debo irme —no esperó a que Arturo reprochara. Tomó su bolsa que dejó en la sala y subió al segundo piso a cambiarse de ropa para salir cuanto antes de la casa.

Cuando se hallaron solos, la chef no se limitó a expresar su sentir.

—Te dije que no la quería volver a ver en esta casa.

—La invité a pasar la tarde. Estuvimos trabajando mucho está semana en el restaurante que…

—Y encima sigues manteniéndola en el trabajo cuando te pedí que la despidieras —sonrió burlona. No podía creer que su padre siguiera empeñado en continuar esa relación.

—Hija, ya hablamos de esto —moduló su habla—. No puedes pedirme que deje de ver a Emma, ni mucho menos que la despida. Ella cumple bien sus actividades en la cocina.

—Ya me di cuenta que es muy buena para lavarte el cerebro.

—Las cosas no son como tú piensas. De verdad ella es una buena mujer.

—¿Es acaso que ya olvidaste a mamá? —atacó molesta ante la imagen de su madre fallecida—. Ya olvidaste lo mucho que nos amó, como nos cuidó y lo que sufrimos por su partida —habló conteniendo un nudo en la garganta—Yo la recuerdo todos los días, la tengo muy presente aquí —golpeó su pecho—, que me parece inaudito que intentes olvidarte de ella como si no hubiera significado nada.

—¿Cómo puedes decir eso? —sus ojos se cristalizaron—. Tu madre fue y seguirá siendo mi más grande amor.

—Pues tal parece que estás empeñado en demostrar lo contrario —le recriminó—. Trayendo a esa mujer a la casa, dejándola dormir aquí y manteniéndola en el restaurante donde alguna vez mamá trabajó a tu la…

—¡Ya basta, hija! No tienes derecho a decirme eso —soltó en lágrimas—. Nunca entenderás que tu madre está muerta, pero no por ello la olvidaré —hizo una breve pausa para serenar su habla—. He vivido más de veinte años solo, soportando la idea de que Aurora nunca volverá a estar a mi lado. Que la fuí perdiendo desde el día en que le diagnosticaron cáncer terminal y que lo único que me dió ánimos y fuerzas de seguir en pie fue el fragmento de vida que dejó también (refiriéndose a ella). No me puedes decir que nunca la ame, porque es una vil mentira.

—Entonces ¿qué significa Emma? Si solo quieres divertirte, hazlo. Pero no la metas en tu vida.

—Alondra. Ella es la paz que perdí hace tiempo. Tardé tanto tiempo en aceptarlo y comprender la segunda oportunidad que tengo de vivir. No puedes negarme el derecho de rehacer mi vida.

Arturo no dijo nada más. Esperó a que su hija asimilara lo dicho, y que en el mejor de los casos accediera a brindarle el beneficio de la duda a la mujer que poco a poco se fue volviendo parte de su vida.

Sonrisas y Sabor (Chicaxchica)Where stories live. Discover now