II. Una pizca de... descontrol.

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Disfruten el capítulo.

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La reunión se había prolongado más de lo estimado. Apenas concluido todos los temas tratados, Mónica se fue directo a su oficina donde pasaría un par de horas más hasta terminar algunos reportes que entregaría a su prima en un par de días.

Cuando al fin consiguió acabar el último documento dejó salir un gran suspiro claramente agotada por la larga jornada de su día. Aún así, le tomó pocos minutos recomponer su semblante trás recordar que esa noche tenía pensado pasar a visitar a una persona en particular.

Mientras su chófer se encargaba de llevarla al destino, decidió mandar un par de mensajes avisando a su adorada chef que estaba en camino.

Extrañamente no tuvo una respuesta pero no le tomó importancia ya que creyó que quizá se encontraría llegando del restaurante.

Aunque sí había recibido un mensaje, se trataba de Len quien le mandaba saludos después de haberse tomado un pequeño descanso del trabajo.

Len: Antes de salir de viaje fui a tu antiguo departamento y dejé con el encargado un par de obsequios para tí y Alondra. Espero que los disfruten.

Mónica: No tenías que haberte molestado.

Len: Na. Lo hago con gusto.

Mónica: Pues gracias y espero verte pronto.

Len: Así será. Tengo que dejarte, te escribo luego.

Mónica: Si, cuídate.

Len: Ah, una cosa. No abuses de los chocolates.

Mónica: ¿Ah?

Ya no tuvo respuesta de vuelta, cerró la conversación luego de ver qué se desconectó. Nuevamente no le dió importancia y guardó el celular.

En el edificio, la persona que cuidaba la recepción identificó a la morena de inmediato y tal como lo había mencionado su amigo Len le fue entregado una bolsa únicamente pues al parecer el otro obsequió ya estaba en manos de la chef tan pronto llegó.

—Dijo chocolates pero aquí solo hay una botella de vino —cuestionó confundida luego de revisar el contenido.

El ascensor se detuvo en el último piso. Salió con una clara chispa de emoción debido a que después de mudarse parecía que estás visitas se volvían más especiales principalmente porque ya no era como antes cuando la tenía a escasos metros de ella.

Tocó un par de veces y cuando notó que nadie respondía decidió usar la llave que la chef le dió hace un buen tiempo.

—Chef, ya estoy aquí —se asomó por el primer corredor luego fue a la cocina y finalmente a la habitación pero no lo encontró por ningún lado, después de revisar un par de sitios más creyó que se encontraba en la azotea pero tampoco la vió.

Entonces sí que se preocupó porque según el encargado Alondra había llegado hace más de 2 horas y era correcto porque su mochila del trabajo se encontraba en la sala y la bolsa qué le dieron en recepción también estaba, aunque vacía.

Seguía sin responder el teléfono y entonces Mónica se preocupó. Salió del departamento para investigar y estaba por bajar hasta que escucho pequeñas risas en las escaleras de emergencia. Le tomó una fracción de segundos identificar qué la voz era de Alondra.

—¿Chef, qué haces?

Sonriendo la miro a los ojos cargada con una fantasiosa señal de amor, Alondra estaba sola sentada en las escaleras, algo que no parecía propio de ella.

Sonrisas y Sabor (Chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora