Nuestra palabra clave es Cripto (Cap. 8)

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Adriano

En cuanto estoy fuera del hotel, me enciendo un cigarro y llamo a Aldo. Tengo veinte mil llamadas suyas y eso no augura nada bueno.

Ya me está subiendo la tensión, joder, ¡con lo relajado que estaba!

—¡Jefe! ¡Por fin! —exclama Aldo en cuanto responde—. Te he estado llamando. ¿Tienes ya la copia?

—No. Lleva el móvil colgado al puto cuello. ¡Ya no usa ni bolso! Es imposible hackeárselo así. Pero bueno, estamos en un hotel ahora. Me va a tocar desnudarla y extenuarla si quiero conseguirlo.

Creo que he fracasado intentando transmitir sufrimiento y hastío.

—¡Qué cabrón! —responde Aldo con ironía—, lo dices como si eso supusiera un gran esfuerzo para ti.

—¿Me has llamado para algo importante? —lo corto deseando terminar la llamada.

—Marco y Fede, el chico nuevo, van de camino al piso.

—¿Hoy? ¿¡Ahora!? —pregunto alarmado. No me lo puedo creer, me van a joder la noche.

—Sí, ¿cuándo mejor? Sabiendo que estáis de hotel, ¡todavía más! Además, con dos ataques simultáneos tenemos el doble de posibilidades de tener éxito.

—¡O el doble de posibilidades de joderlo todo! —expreso agobiado. No me gusta nada este puto plan suyo.

Lo malo es que empiezo a dudar de si sigo pensando con la polla, o no. Quizá sea mejor dejar la decisión en manos de Aldo, yo estoy afectado por la puta tensión sexual que tengo encima ahora mismo y estoy perdiendo de vista las prioridades.

—¡Que no, jefe! ¡Que saldrá bien! ¡Seguro! —comenta Aldo muy convencido.

—De acuerdo —acepto antes de darle una calada profunda al cigarro—. Vamos a por ello. A ver si zanjamos el tema esta misma noche y puedo darle puerta a esta tarada cuanto antes.

—Suerte con tu parte, jefe.

Cuelgo, rebufo agobiado y sigo fumando mientras intento rebajar los nervios. Me merezco un poco de descanso, un poco de diversión, un poco de ser yo mismo. Joder, con lo bien que me iría ir ahora mismo al piso de Mía y dejar que me rebajara la tensión con su boca hasta dejarme extenuado.

Esto de actuar y hacer un papelón me tiene agotado y solo he tenido que hacerlo tres veces con esta, no puedo alargarlo más.

—Perdona, ¿tienes fuego?

La voz femenina y suave de una chica me saca de mis pensamientos y la observo curioso. Me enseña su cigarro. No sé de dónde cojones ha salido, no la he visto llegar. Le enciendo el cigarro y ella me lo agradece con una sonrisa divina.

—¡No me digas que tú también estás aquí alojado, solo, y con ganas de compañía! —suelta de forma directa, sonriente y cautivadora.

—¡Ya me gustaría! —respondo relamiéndome mientras la repaso de arriba abajo. Mamma mia! —. Pero... no. Escusa*.

*disculpa

Señalo hacia Eva y, cuando la chica la ve, muestra decepción.

—¡Tenía que intentarlo! —exclama sin perder la sonrisa. Me encojo de hombros y luego ella se aleja de mí para fumar sola. Yo disimulo mi propia decepción todo lo que puedo y me centro en acabarme el cigarro.

Vuelvo la vista hacia el mostrador de la recepción y, debo reconocer que se me pasa toda la pena cuando capto la sensualidad que irradia mi objetivo. En realidad, estoy seguro de que Eva y yo vamos a pasarlo bien en esa habitación. Eso sí, espero que sea una chica de orgasmo fácil y rápido porque no creo que sea capaz de fingir paciencia ni interés cuando se la haya metido. Se me suele ir bastante la olla cuando me centro en la polla.

Seducción encriptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora