3. 1, 2, 3 calabaza

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Los sábados son días llenos de actividades para Teresita, porque es el día en el que va al catecismo por las mañanas, y se queda en las tardes para ensayar en el coro de niños que cantan todos los domingos en misa de doce del día. Siempre, quince minutos a las diez de la mañana ella ya está lista para salir de su casa, para irse tranquila caminando a la parroquia donde el cura Ernesto Balbuena recibe a todos y cada uno de los niños, adolescentes y adultos jóvenes que asisten a la iglesia por cuestiones particulares y diferentes.

⸺ Buenos días, Teresita, ¿hoy qué hubo para desayunar en tu casa?⸺ pregunta con una sonrisa amable el cura desde el marco de la puerta principal de la parroquia.

⸺ Buenos días, padre⸺ Teresita le regala una amplia sonrisa y se acerca al adulto⸺. Hoy hubo tamalitos de mole.

⸺ ¿De los de tu abuela?⸺ pregunta levantando las cejas e inclinándose un poco más en dirección a la niña, pues disfruta mucho la compañía de la misma.

⸺ ¡Claro que sí!⸺ responde Teresita, llegando al lado del cura, a quien considera como parte de su familia, pues desde que tiene memoria ha habido una relación muy estrecha entre todos sus familiares y el padre Balbuena.

⸺ Los mejores… ah, cómo me gustan esos tamales… dile a tu abuelita que si cuando vuelva a hacer me puede apartar unos tres, ¿sí?

⸺ Sí, padre.

⸺ Bien, hora de entrar, hija. Vete a sentar con tu grupo⸺ con estas palabras y la sonrisa afable, Teresita obedece y entra para encontrar al grupo de diez niños de entre ocho y doce años, con quienes se prepara para hacer su primera comunión.

Se acostumbra a hacer una pequeña ceremonia antes de que los grupos se vayan a diferentes áreas dentro o fuera de la parroquia, en ella cantan canciones, rezan, y el padre Balbuena a veces da algunos consejos o cuenta algunas anécdotas de la vida de Jesús, de la virgen María o del Papa. A sus hermanos no les gusta mucho que eso suceda, pues el más pequeño se aburre de estar sentado, el mayor de los niños dice que es una pérdida de tiempo porque repite mucho las mismas cosas, la mayor de los cuatro dice que cuando ella iba al catecismo le aburrían las pláticas, pero que las canciones eran bonitas; y a la más pequeña de todos, que es Teresita, nunca le ha molestado que hable, y por supuesto que le gustan mucho las canciones, esa es su parte favorita de la ceremonia.

Una vez que ya están con sus grupos, el de Teresita es el que se va a la explanada que está justo a un lado de la puerta de la notaría. Ahí ve que llegan señoras ya grandes a platicar, a contar cosas de los demás, a desayunar, algunas dicen que van a rezar uno o dos rosarios, pero se quedan adentro de la oficina por horas riéndose. Tal vez su forma de rezar es riéndose con alguien más; la niña recuerda que muchas veces su mamá le ha dicho que todas las personas tienen una manera especial de agradar a Dios, ya sea Dios con el mismo nombre en el que ella cree, u otro diferente. Así que ella se pregunta cuál será su manera de hacer feliz a Dios.

⸺ Teresita, pon atención, esto va a venir en el examen y no voy a poder ayudar a ninguno, ¿va?⸺ la catequista es una señorita muy bonita, joven y paciente, que cuenta las historias de la biblia como si fueran las más emocionantes del mundo. Ella se acomoda en su lugar y sus ojos se iluminan cuando una idea llega a su cabeza⸺. Ya sé, vamos a practicar, ¿les parece bien?

Y así, comienza una ronda de preguntas que van contestando cada uno de los niños. Sin embargo, algo rompe con la burbuja dinámica en la que estaban, pues se escuchan pasos apresurados acercarse por la explanada de la parroquia y llegar hasta la reja del pasillo en donde se encuentran la entrada a la notaría y el grupo de Teresita. Es su prima. Está pálida y con los ojos algo rojos y llenos de preocupación.

Juegos en el ombligo de la lunaWhere stories live. Discover now