LIBRO XIV. Capítulo 25: Lo ambiguo del poder

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Capítulo 25

Lo ambiguo del poder

Esto sucedió hace mucho...

En aquel pueblo era usual que siempre necesitaran un pastor. Cada cierto tiempo los feligreses solicitaban que alguien viniera a velar por sus almas. Claro estaba que no era en un tiempo que pareciera demasiado corto aunque los pastores duraban poco pero la diócesis recibía la solicitud cuando ya se había perdido memoria del último que enviaron. Una simple visita bastaba para darse cuenta que era un pueblo devoto, la iglesia lucía impecable y todos los domingos la mayor parte del pueblo acudía a rezar u orar haciendo ellos mismos el servicio cuando no contaban con un pastor. Tanta devoción no podía ser ignorada, especialmente en tiempos tan difíciles.

Ya había sido en 1964 que el último pastor llegó al pueblo. Solo un funcionario de la iglesia, algo celoso en su trabajo, preguntó que había sido de ese pastor. Había ido con su familia en aquel tiempo y la gente habló maravillas de él antes de mostrarle un par de tumbas del pastor y su esposa que habían perecido en un accidente 20 años antes. Los hijos ya habían abandonado el pueblo hacía años y solo habían regresado para el funeral pero ya no sabían nada de ellos. Los papeles del médico legista parecían estar en orden así que no hubo problemas para que al final les comunicaran que otro pastor llegaría pronto.

Aquel pastor asignado para atender las necesidades del pueblo era muy joven y fue recibido con alegría por todos lo habitantes. La primera ceremonia fue apoteósica donde hubieron muchos que lloraron para la felicidad del joven reverendo. Se le dio la vieja casa del pastor aunque le preguntaron si tenía algún reparo en ello para asignarle otra vivienda pero el nuevo pastor sonrió y dijo que no, a no ser que hubieran fantasmas. Todos rieron de la ocurrencia y el pastor empezó a trabajar atendiendo a todos aquellos que tocaban su puerta o visitando de casa en casa para conocer a su "rebaño". A pesar del ambiente devoto, los problemas propios de un pequeño pueblo se hacían notar. Conflictos entre vecinos, habladurías, peleas conyugales, algún exceso en el alcohol, mal comportamiento de vez en cuando (solucionado por un eficiente y presto Sheriff), sospechas de infidelidades o disturbios ocasionados por algún joven inconforme. En todos aquellos eventos siempre se contó con la presencia y palabra de un diligente pastor.

Pero también había algunas cosas no tan "peculiares". Le llamó la atención al joven pastor los pocos niños que había en el pueblo que casi siempre andaban en grupo y los más menores no debían pasar de los diez años. Se reunían después de la escuela y ya al anochecer parecían repartirse entre las casas y le pareció que en alguna ocasión había encontrado a un niño diferente cuando fue invitado a cenar más de una vez en la misma casa. También llamó su atención las pocas parejas jóvenes, la ausencia de bebes o de mujeres embarazadas aunque parecían haber muchas muchachas casaderas. Ya los pueblerinos le habían preguntado al pastor si era casado o con compromiso a lo que él respondió que no, por el momento. Los pueblerinos no tardaron en presentarles a sus hijas con pequeñas insinuaciones de que podía radicar en el pueblo. El pastor no parecía interesado en ninguna, hasta que una bella jovencita empezó a llamar su atención. Era de aspecto tan delicado y puro que no podía pasar desapercibida aunque había un detalle: era muda.

Rápidamente, la joven empezó a tomar un rol en la iglesia haciendo la limpieza o preparando el lugar para los servicios religiosos. Parecía entenderse con el pastor y este solía hablar con ella mucho aunque la joven no pudiera responderle pero con su mirada parecía seguir la conversación con interés. Fue así que el pastor le habló sobre las incesantes pesadillas que tenía e incluso pareció asustarse cuando vio un retrato del antiguo pastor y su esposa y juró que era a él a quien veía en sueños aunque el rostro lo tuviera deformado por horribles quemaduras.

La joven no estaba exenta de problema ya que uno de los pueblerinos la acosaba. Era un tipo pendenciero, de aquellos que nunca faltaban, pero con quien nadie quería meterse ya que era el hermano del sheriff quien solía hacerse de la vista gorda con los excesos de su hermano. No acudía a la iglesia y en más de una ocasión, estando ebrio, retó al joven pastor pero este lo ignoró. Fue así que sucedió que un nefasto día en la que el hombre secuestró a la joven. Se formaron partidas para buscarlos y el primero en encontrarlos fue el pastor en el momento en que el pendenciero empezaba a violarla. Se produce una lucha, una mala caída y el pendenciero muere.

En Busca de la OscuridadWhere stories live. Discover now