Y me hacen compañía
los pájaros que cantan en el borde
de esta noche de primavera,
un cigarrillo que cuelga de mi mano,
una lágrima vomitada en mi mejilla,
un frío infinito entre mis costillas,
una taza de chocolate caliente vacía,
un dolor eterno del que es imposible escapar,
el sonido de los coches en la lejanía del olvido,
las luces de una ciudad apagada en lo hondo,
la brisa acurrucada entre las ramas débiles de los árboles,
páginas de poesía cara quemadas
y el beso de un desamor indecente.
Y esta mierda es parte de eso
que la gente quiere llamar vida.
Gente sin pensamiento, gente egoísta,
gente que cree en la independencia
porque ellos no mueren.
Gente que cree en el infierno debajo de esta tierra solitaria...
Yo. Yo os culpo.
El infierno está aquí.
El cielo se ha caído
y nos hemos dado cuenta
de que todo era mentira.
Y el cigarrillo se acaba,
y me entrego al viento de la noche
que balancea suicidas que no hablan
y gente que llora pero no dice palabras
entendidas por el ser humano.