Sé que no vamos a ser puros ya,
que la niñez se ha quedado en el baño
de aquel local de mala muerte.
Sé que hemos bebido escupitajos
y hemos querido a nada.
Sé que hemos sentido demasiado,
y sé que no nos han creído por ello.
Sé que no existimos y hemos,
en algún momento,
querido hacerlo.
Porque sólo acabas siendo el niño
que llora en una casa en ruinas.
Cuando acaba el orgasmo,
cuando acaban los cigarros,
cuando acabas de vomitar,
vuelves a las ruinas de esa casa que quisiste y
nunca
existió,
y allí no hay nadie,
y vuelves a ser niño.
Y sólo oyes un piano.
Nada complejo,
algo que puedas sentir
y con lo que ser inocente.
Algo con lo que dejarte llevar.
Algo con lo que poder vivir
sin acabarse.
Y puedes llorar en la casa en ruinas.
Es tuya. Eres tú. Te pertenece.
Ellos jamás entenderán
que tengo galaxias creciendo
dentro de mí.
Y que de todo mi universo,
estoy en una jodida casa en ruinas
que estalló con la misma fuerza
con la que nunca pude darte una buena hostia
porque no sabía qué hacer para que volvieras.
Tu amor tendría que haber sustituido todas las drogas, cariño.
Pero sólo tengo filosofía barata
y mi casa en ruinas.