Ella prepara
el té,
mientras él
lee el periódico.
Fríos
como la cerámica
y crueles
como las cadenas
te sonríen
mientras se muerden
las mejillas.
Y tú les temes
como lloras
por el invierno.
Y quizá
sólo necesitaban un abrazo.
Y quizá
tú sólo temías al miedo
a no ser amado.
Y quizá
por tu culpa
ellos siguen
sin poder ser amados.
Ellos esperan
a que alguien
llore por ellos.
Ellos esperan
a que tú los ames
como nunca
los han amado.