Nota del Autor.

1.3K 193 24
                                    

Creo que uno de los aspectos más tristes de nuestra sociedad es el desamor propio, que gesta en el espíritu de manera tan temprana que a veces no nos damos siquiera cuenta hasta que es demasiado tarde y nuestros ojos están demasiado rojos para hacer cualquier cosa. Es triste que cantemos al suicidio y a la autodestrucción, porque no es algo ni atractivo ni deseable y pensar de otra manera es una idea que habría que eliminar radicalmente.
El caso es, que muchas de las cosas que publiqué hace años aquí, como Diario de un suicida y Tres cigarrillos, un café y una rosa muerta (así como algunos poemas de aquí), nacían de un desamor propio, y no por el contenido, sino por la forma. Me explico. Yo sabía que aunque no era mi contenido favorito, lo traté de tal manera que le pudiera gustar a la gente, de modo que, al fin y al cabo, se hiciera popular, sin tenerme a mí mismo en cuenta desde el principio. La prueba más evidente de esto es Kostenlos, que representa el tipo de cosa que yo siempre había querido escribir y que fue rechazada categóricamente por no adaptarse a la mierda débil romántica de estética facilona que hay aquí en Wattpad (siento mucho decirlo así, pero es verdad. Me repulsa).
Lo que quiero decir es que me he sacrificado de muchas maneras para cumplir los estándares y las expectativas que otras personas tenían de mí, hasta el punto de no saber en qué momento estaba haciendo las cosas por mí o al margen de lo que se esperaba de mí (y tristemente, lo sigo haciendo).
Por eso, con mi despedida de estos poemas (aunque haya publicado como tres en el último año), me gustaría reiterar que el amor propio es importantísimo, sobre todo en una sociedad a la que no le interesa para nada que nos queramos, que nos conformemos con nosotros mismos porque de otra manera no nos podrían alienar. Si algo importante he aprendido últimamente, es que el amor propio es anticapitalista por definición.
Y no pretendo que la mayoría lo entendáis, porque sé al público al que me dirijo, pero sé que también (aunque quizá esto fue más bien en el pasado) que es amplio, y me gustaría que a todas las personas que no os queréis, que vivís subordinadas a algo que no tiene siquiera sentido, a una norma vacía y frágil; os liberéis. Poco a poco, rompáis las cuerdas con las que os han estado asfixiando. Rebelaos. Morded polvo si tenéis que hacerlo. Luchar por quererse a uno mismo cuando te ha hecho pedazos una expectativa tan grande es algo muy duro, incluso aceptar el desamor propio lo es.
Pero se puede. No tenéis que ser nada de lo que os han dicho. Haced que rabie esa gente que os odia. Gritad todo aquello que os han prohibido. Arañad las paredes de la gente cerrada a vuestro alrededor, romped la celda hasta que veíais luz.

Con esto cierro otra etapa aquí (bastante abandonada, pero ya me conocéis).

Y creo, con todas mis fuerzas, en la luz emergente, en el Renacimiento tras una Edad Media de negación y mitificación.

Carlos.

Poemas Amarillos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora