Dieciséis años.
Cáncer de garganta.
Dieciséis años.
Adicto al crack.
Dieciséis años.
Perdido en Tanzania.
Nunca ha salido de su país.
Dieciséis años.
Cirrosis hepática.
Dieciséis años.
Abandonado por sus padres.
Dieciséis años.
Siente una tristeza universal y lo único que puede hacer es sentirla.
Dieciséis años.
Diez días, dos horas, treinta y seis minutos y veinte segundos de vida.
Dieciséis años.
Llora en el área donde las jóvenes prostitutas fuman crack también.
El cigarro número ochenta mil a las cuatro y veinticinco de la mañana resquebrajando sus pulmones
un
poco
más.
Él un día también soñó.
Se desmaya y se queda en el suelo.
Nadie le busca. A nadie le importa.
Abandonado. Siempre abandonado.
Sangra.
Diez días de vida, una hora y treinta y un segundo.
Ya no tiene sueños.
Dieciséis años.
Enfermo en el corazón.
Roto eternamente.
Pronto te irás a casa, amor mío.
Diez días y serás libre de ese cuerpo.
¿Y sabes lo mejor? Ya no serás consciente de ti mismo.
Dieciséis años.
Nadie merece con lo que es nacido.
Y tú tampoco.
Dieciséis años.
Dicen que algún día nos haremos luces.
Dieciséis años.
Dieciséis años.
Te merecías el cielo.
Dieciséis años.
Perdona a los astros algún día.
Ahora, vuela, mi cielo.
Ahora, vuela, mis estrellas.
