9.- Promesa.

74 20 0
                                    

—Sabes que no puedo darte esa información, Hoseokie. — le dice Yerim por tercera vez esa tarde.

El abatido chico se queja en voz alta, dejando salir soniditos inentendibles. Se deja caer en el cómodo sillón que decora la pequeña oficina de su Noona, totalmente derrotado. Un suspiro le atraviesa su joven pecho, y la mujer lo mira con ambas manos sobre la cintura.

—Noona, ¿alguna vez te has sentido culpable por desear algo que no deberías? — pregunta, y voz puede escucharse un tanto rota y temblorosa. Yerim relaja su postura, preocupándose al momento en el que los ojos de pelinegro se tornan acuosos —No quiero que Kookie se vaya.

Y las lágrimas y el llanto se hacen presentes en fuertes sollozos y espasmos que hacen temblar su cuerpo. La mujer se alarma, he inmediatamente, y con el corazón encogido, se inca frente al menor, abrazándolo contra su pecho de forma protectora.

Con suaves caricias Yerim frota la espalda del niño, intentando apaciguar el fuerte llanto. Podía sentir sus propios ojos picar. Hacer llorar a Hoseok era difícil, por no decir que el chico muy rara vez lo hacía, debía ser algo realmente importante o doloroso para él, para verdaderamente ponerlo en tan situación de vulnerabilidad.

—Hoseokie. — lo llama, tomándolo de las mejillas en un intento por sacarlo de su escondite. El odiaba que lo vieran llorar, lo sabía — Esto es algo que nosotros no podemos evitar, y lo sabes. Incluso, algún día, tú también tendrás que marcharte. Llegará una linda familia dispuesta a darte una feliz vida llena de cariño.

Hoseok niega, más gotas cristalinas deslizándose por sus mejillas — Pronto cumpliré 12, nadie querrá adoptarme siendo tan grande. — y la tristeza podía escucharme derramarse por las orillas de sus palabras.

—Estas equivocado. En ocasiones, las parejas buscan niños más grandes.

—Pero...

—Sé que quieres a Jungkookie, y créeme, todos aquí le tenemos un cariño enorme, y también nos duele dejarlo ir. Pero es necesario para su felicidad. Y nosotros debemos estar felices de saber que pronto tendrá una amorosa familia.

Y Hoseok entiende, pero después de todo, Kookie se había convertido en algo más que su mejor amigo. Eran pequeños aun, pero lo que había nacido entre ellos, al chico de cabellos negros le dolía perderlo.

La culpa lo carcomía por dentro.

—Le hice una promesa. — Murmura entre cortos hipidos — Le prometí que nunca lo dejaría solo.

—Y no lo harás. Porque también saldrás de aquí con una familia y podrán reencontrarse.  

I Love You, Kookie - HopekookWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu