03 | La palabra

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Harén del Palacio de Edirne, Imperio Otomano.

La tensión en el lugar transformó el ambiente a uno sofocante donde los presentes se miraban esperando alguna palabra

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La tensión en el lugar transformó el ambiente a uno sofocante donde los presentes se miraban esperando alguna palabra. Mehmed por su parte no le quitaba la vista de encima a Mara y ella tampoco a él. Fatma los observaba a ambos pues esa mirada no era de sorpresa, esos dos ya se conocían. Sittişah hatun estudió cada detalle de la esclava, mirándola de pies a cabeza con la intención de intimidarla, aunque lo que menos observará ésta, fuese a ella. Y  la Valide Hatun carraspeó siendo la primera en tomar la palabra acabando con el silencio.

—¿Qué has dicho Hâfize? Repitelo— la Valide arqueó una ceja mirandola desafiante.

—Que esta criada está ofendiendo a nuestro sultán, llamándole tirano y bastardo...— tragó con dificultad.

—¿Cuál es tu nombre?

—Mara— su voz salió en un pequeño titubeo.

—¿Es cierto lo que dice Hâfize hatun?

—Valide yo... No busco ofenderla a usted pero...

—¡Hincate, ahora!— Mehmed gritó furioso asustando a todas las muchachas que observaban la escena, Mara le obedeció no teniendo otra opción, sin embargo no bajó la mirada, no iba demostrarle el miedo que ella sentía ahora mismo, sin duda alguna había despertado a una bestia con sólo una palabra.

Bastardo.

—Parece que no me has entendido, tu destino es este, tu hogar es este, tu familia es esta, y a quien le sirves ahora es mí.— la tomó bruscamente por el cuello obligandole a verlo a los ojos.

No podía negar la belleza de sus hermosas orbes azules y su penetrantes mirada, ¿Cómo podía un rostro tan atractivo pertenecerle a una  escoria como él? Quizás el destino fuese otro si no se hubiera metido con su familia, no estaría aquí, y nunca se hubieran conocido, pero había un lazo más fuerte que los unía y era una... Atracción que no tenía nombre, pero que sin querer, los involucraba.

Ella frunció los labios y despegó su mirada de la de él rompiendo aquel contacto visual intenso que habían creado.

Mírame cuando te hable— ordenó.

«No puedes mirarlo a los ojos»— recordó la frase de Nigar Kalfa.

¿Qué está sucediendo?

—Entendio, mi sultán— su labio inferior temblaba mientras sus palabras salieron entrecortadas.

Nigar Kalfa, apliquele un castigo que le haga entender a esta criada que no hay más autoridad que yo— habló mirando a la joven. —Me iré, solo.

Dos eunucos tomaron a Mara de ambos extremos llevándola fuera del harén a algún sitio desconocido, no protestó puesto que sabría que su palabra no sería escuchada, menos cuando su castigo fue impuesto por el mismísimo Sultán.

𝐏𝐄𝐑𝐓𝐄𝐕𝐍𝐈𝐘𝐀𝐋 ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt