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«Para quien sea que esté leyendo esto: Necesito ayuda.

Mi nombre es Rengoku Kyojuro, soy profesor de historia en el instituto Hagakune en cuidad Kimetsu, conozco a la mayoría de docentes en la institución, mis amigos más cercanos son Shinazugawa Sanemi: profesor de cálculo matemático, Uzui Tengen: profesor de artes, Tomioka Giyū: profesor de educación física. Ellos pueden darles más información de mí de la que yo puedo darles en esta carta.

Mi padre es Rengoku Shinjuro, y mi hermano menor es Rengoku Senjuro; desconozco su paradero actual.

Tengo cabello rubio con puntas rojas, ojos amarillos con naranja, piel pálida y mido aproximadamente 1,77 m. Soy un Omega, y tengo 25 años.

Lo digo para que, si llegan a encontrar mi cadáver, puedan identificarlo gracias a esta carta o lo lleven a reconocer a mis amigos, ya que no sé si mi padre siga con vida, y mi hermano este bien.

No sé en dónde estoy, o exactamente que harán conmigo. Fuí secuestrado hace unos días y fui tomado como método de pago por las deudas de mi padre, y seré ofrecido como regalo a un hombre de la mafia de la familia Soyama. No sabría describir el lugar en donde estoy ya que no se me permite ver a través de los barrotes de la habitación en donde estoy, tampoco se me permite comer más de una vez al día; no hasta que sea el cumpleaños del hombre al que seré regalado.

No sé con exactitud cuánto tiempo estaré con vida; me dijeron que si yo no ponía resistencia y obedecía todas las órdenes que se me daban, mi hermano estaría con vida y totalmente seguro, además de que le pagarían una buena escuela y tendría una vida normal. Pero si me negaba, iban a abrirnos el estómago y vender nuestros órganos para recomponer el dinero que mi padre debe al señor Soyama».

Kyojuro escondió el lápiz que tenía en la mano y arrugó el papel en el que escribía cuando empezó a escuchar pasos aproximarse a la puerta bajo llave de la habitación en donde estaba. Hizo el papel una bolita, y lo metió en su boca mientras se sentaba en el suelo en posición india y miraba atentamente el picaporte de metal de la puerta, esperando a que se moviera. Escucho voces fuera de esta; intento agudizar el oído, más no lograba distinguir ni una sola palabra.

Vio como el picaporte se movía, y automáticamente miro hacía el suelo mientras tragaba la mayor cantidad de saliva que su boca soltaba intentando que el papel no se mojara. Observó dos pares de pies frente a él, a juzgar por el olor, sabía que ambos hombres eran betas.

— Así que... ¿Es él? — Escuchó decir a uno de ellos.

Kyojuro no se atrevió a alzar la mirada, la última vez lo hizo recibió un golpe bastante fuerte por "faltarles al respeto", así que solo se quedó quieto mirando al suelo, intentando respirar calmado.

— Si, es él. El hijo mayor de Shinjuro.

— Es lindo.

— Claro que lo es, sino no estuviera vivo.

Lo siguiente que escuchó fue una sucesión de risas. Se sintió humillado. Dejo de poner atención a la plática para ese entonces, de igual forma sabía que no le pedirán su opinión.

No sabía cuántos días llevaba en aquella habitación, no sabía la hora o que día era con exactitud, pero si sabía que ahora mismo era de noche ya que desde los barrotes de dónde estaba se podía ver el cielo nocturno.

Por lo que sabía, en unos días sería entregado como regalo al hijo de el señor Soyama, un alfa. No estaba seguro de que harían con él, pero estaba seguro que no sería nada bueno. Las lágrimas no tardaron en acumularse en sus ojos, ¿Cómo había terminado así?, ¿En qué momento su padre llegó a deber tanto dinero?, ¿Por qué dejó que se lo llevarán como si nada, acaso no lo quería?

Y, cuando te va jodidamente mal en la vida, por lo general puedes contribuirlo con una mala y descomunal decisión; la que te puso justo en la camino hacia la mierda.

Kyojuro estaba seguro que su mala decisión había sido no aceptar quedarse a dormir con sus amigos a pesar de que era de madrugada y salir del bar para volver a casa; también no dejar que su hermano fuera a aquella pijamada.

Quizá, y solo quizá, si aceptaba; no estaría ahora en aquella habitación a nada de ser regalado como un objeto y su hermano en quien sabe dónde. Quería a su padre, pero jamás le perdonaría por aceptar que se llevaran a su hijo para soldar su deuda. No sabía si aún estaba con vida, aunque era muy probable que no, ya que solo le habían amenazado con atentar contra su hermano y no con su progenitor.

Sabía que en cuanto fuera regalado, tendría que hacer cualquier cosa que se le fuera pedida, y ser totalmente dócil. Como un perro. No le quedaba de otra más que aceptar, o de lo contrario sus acciones lo llevarían al asesinato de si mismo.

Escuchó como la puerta era cerrada, y solo así salió de sus pensamientos. Esperó unos segundos escuchando los pasos cada vez más lejanos, y una vez que se sintió seguro, saco el papel de su boca, intentando desarugarlo.

Lo extendió en el suelo, y saco el lápiz de abajo del colchón en donde dormía. Le quedaba muy poca punta, así que sabía que no podía escribir más que lo necesario.

«Si llegan a encontrar a mi hermano vivo, díganle que lo amo más que a nada».

"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| Omegaverse.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora