Al llegar a la mansión, después de un primer día bastante duro, encuentro la puerta de mi habitación abierta.

Que extraño, recuerdo haber cerrado con llave. Frunzo el ceño, las manos me tiemblan mientras más me acerco.

"No, otra vez. Por favor"

Millones de preguntas se formulan en mi cabeza. ¿Quién pudo haber entrado? ¿Algún alumno? ¿Alguien quería jugarme una broma? Descarto esa última idea. Aún no conocía lo suficiente a nadie para tener esas clases de confianza.

Empujo la puerta con un pie, expectante de lo que pueda encontrar, esta se abre por completo, pero nada parece diferente; mi cama está intacta, mis maletas siguen donde las dejé esta mañana. Todo se ve normal.

Suelto el aire que no sabía que aguantaba.

Me acerco a la ventana tratando de regular su respiración.

Algo parecido ya me había sucedido anteriormente y no terminó para nada bien, mi vida se desmoronó después de ese incidente. A veces me pregunto, ¿si hubiera llegado más temprano ese día, habría supuesto alguna diferencia?

De repente, la puerta se abre con fuerza haciendo que de un brinco del susto.

—¡Lo siento! No pretendía asustarte

Una chica alta de cabello castaño aparece y me da una sonrisa a modo de disculpa.

—No te preocupes—le responde.

Se queda quieta en el umbral de la puerta, escudriñando la habitación entera.

—Todo está como antes—murmura. A continuación, parpadea como despertando de un sueño y me dedica otra sonrisa que hace que se le marquen los hoyuelos.

—Yo soy Lucia Velasquez.

Sus grandes botines retumban contra el suelo de la habitación mientras se acerca a mí con los brazos extendidos.

—Mi nombre es—

—Marceline Dorian—completa por mí. He estado repitiendo mi nombre muchas veces desde que llegué al internado, esto es un buen cambio—. Isaac me habló sobre ti. Lamento no haber llegado antes, pero mi vuelo se atrasó.

Al parecer, su padre es dueño de una empresa de exportaciones y también estudió en St Milburn, obviamente quiere que su única hija siga su ejemplo, por esa razón se cambió de escuela el año pasado.

Lucia es de esas personas que te cuentan su vida con tanta naturalidad y confianza.

—¡Tengo hambre!— hace un mohín—. ¿Quieres ir por algo de comer?

—Claro, voy a cambiarme el uniforme primero.

Ambas salimos de la habitación y al bajar las escaleras nos encontramos con una señora bajita pero con mirada seria que entra por la puerta principal.

Lucia abrió la boca con sorpresa.

—¡Ay, dios mío! Narva, ¿a donde fuiste de vacaciones? Tienes un brillo único— le da una gran sonrisa.

Narva le da una mirada poco amistosa pero su voz es suave cuando le responde:

—Sé lo que intentas, Lucia. —advierte— Pero nada me hará olvidar el incidente del año pasado. No más planchas o secadoras de cabello por la noche, ¿entendiste?

—Seguro—responde Luciana, desanimada.

—Entonces era cierto que llegabas hoy— Andrew se encuentra en el rellano de la escalera con los brazos cruzados sobre su pecho y fulmina con la mirada a Lucia—. Y llegas un día tarde, no me sorprende viniendo de ti.

Ella aprieta los labios y le dedica la misma mirada amenazante.

—Creí que habías sido expulsado,— le responde, se pasa una mano por el cabello y continua— estaba segura que ya no tendría que ver tu rostro todos los días.

—Ya quisieras tener la suerte de verme todos los días.

Logro sentir la tensión. ¿Qué habrá sucedido entre ellos dos?

—¡Ya cálmense los dos, o estaré obligada a reasignarlos!—advierte Narva.

—¿A quién van a reasignar?—Isaac emerge del salón, mira entre Lucia y Andrew, y suelta un suspiro de resignación— ¡Por favor, no destruyan la casa!

Después de que Narva me dijera las reglas de la mansión (Isaac ya lo había hecho) fuimos todos a cenar a la cafetería.

✾✾✾✾

Encuentro a Jameson dentro de la cafetería, apoyado al lado de una máquina expendedora. Demonios, olvidé que había dicho que cenaremos juntos. Me separo del grupo y camino hacia él, aunque no parece notar mi presencia, mira inquieto hacia Lucia.

Sacudo la mano delante de su cara.

Parpadea y, por fin, su mirada se enfoca en mí.

—¡Lo siento!— sonríe divertido—Eres tan pequeña que no te noté.

No es la primera vez que me hacen una broma por mi altura, o mejor dicho, por la falta de ella.

Pongo los ojos en blanco.

—Creí que me llamarías— dice sacando el labio inferior, fingiendo tristeza.

—Sigue creyendo.

Suelta una carcajada.

—Eres malvada, chica nueva.

Sonrío.

Le echo un vistazo de pies a cabeza, ¿por qué no? Jameson es demasiado atractivo. Ahora mismo, viste unos pantalones negros ajustados y una sudadera azul que resalta sus ojos.

—¡Jameson, date prisa!

Detrás de él un grupito de dos chicos y chicas lo miran con impaciencia.

—Lo siento, tengo que irme.— se muerde el labio inferior y me mira con inquietud— Siento que la estoy cagando, prometo que te compensaré.

—No te preocupes.

Le da una mirada a la mesa de Lucia, Isaac y Andrew, y añade:

—Además, creo que estás en buenas manos.

Dicho eso se marchó con sus amigos, yo hice lo mismo con los míos aunque aún no se si son mis amigos.

Lucia se inclina adelante y susurra:

—¿Desde cuándo Jameson se lleva tan bien con los chicos de la mansión Cobra?

Isaac mira por encima del hombro, hacia la mesa de Jameson y sus amigos, y se encoge de hombros quitándole importancia.

De todos modos, me parece ver preocupación en su rostro pero puede que solo sean imaginaciones mías. No sería la primera vez que me pasa.

—Aún no he visto a Heather— dice Luciana.

—¡Qué suerte, porque está más insoportable que nunca!

—No es gracioso, Andrew.—lo mira mal— Además, no se como se encuentra después de—

Isaac se aclara la garganta ruidosamente.

Todos comparten una mirada significativa.

—Creo que deberíamos hablar de otro tema, ¿qué tal las vacaciones Isaac?

La atmósfera cambió radicalmente, ahora todos nos sumergimos en una conversación relajada pues resulta que Isaac es muy gracioso.

Ahora estoy riendo de verdad.

Cuando desperté esta mañana me sentí un poco triste por estar lejos de casa y de la gente que conozco, pero ahora estoy rodeada de personas agradables (bueno, en su mayoría) y no me siento incómoda ni nerviosa.

Al ir a mi habitación y echarme a dormir, pensé en mamá y en cómo fueron sus días de estudiante.

Sonrío.

Algo dentro de mí se siente vivo.

Alguien Tiene Que MentirWhere stories live. Discover now