La primera semana transcurrió rápido. Las clases eran interesantes y de cierta manera un poco más complicadas, pero nada que no pueda solucionar con un poco de estudio.

Por suerte tengo a mis compañeros de la mansión lobo y sus risas contagiosas.

Este lugar es tan inmenso que cada día me llevaban a conocer un lugar nuevo, pero no pasaba por alto que hasta ahora no han mencionado en donde es el "dichoso invernadero" del que tanto hablan.

Tampoco puedo presionarlos, han sido muy amables conmigo, aunque puedo notar cierta tensión entre ellos y Jameson.

Ahora me encuentro sentada en un asiento del pasillo, escuchando música por mis audífonos y viendo como mis pies cuelgan sin llegar al suelo.

Reviso la hora en mi teléfono ya falta poco para que la clase de Lucia, Isaac y Jameson termine. Desde el rabillo del ojo, veo que alguien se acerca.

Cuando la veo a los ojos, esa sensación no tarda en aparecer.

Frío.

—Buen día, eres Marceline Dorian ¿verdad?—saluda la directora Mirtha Hosgowall—. Hija de Antonio y Karen Dorian.

Asiento, incapaz de pronunciar una palabra, y no parece importarle porque continúa hablando.

—Te pareces mucho a tu madre—comenta, observándome con detenimiento—. Fue una tragedia lo que sucedió—sacude la cabeza—. Karen fue una gran estudiante, la primera de su clase. ¿Has revisado el pabellón principal?

No espera a que responda y se marcha dejándome con la incertidumbre.

Me levanto del asiento y el timbre suena. Veo a Luciana , Isaac y Jameson saliendo de su salón.

—Hoy quisiera ir al pabellón principal.

No se opusieron.

Durante todo el camino se reían de algo gracioso que sucedió en su clase, pero no podía concentrarme; hablar con la directora Hosgowall me hizo pensar en mi madre.

Finalmente, llegamos. No sé con exactitud que se supone que debo buscar o hacer. ¿A qué refería con el pabellón principal?

—¡Oye, Marceline! Aquí hay una chica que luce igual a ti—dice Jameson, señalando una foto enmarcada en la pared.

La pared está llena de fotografías pero esta en particular es una solo de mi madre, dándole una sonrisa a la cámara. Esa sonrisa que no veía desde hace mucho tiempo, incluso antes de que se fuera de mi vida.

Siento una punzada en el pecho y las lágrimas arden en mis ojos, empleo toda mi fuerza de voluntad para evitar que salgan.

—Ese es mi padre — Lucia señala una fotografía de un joven—, pero no había visto esto antes.

—He estudiado en este internado cuatros años de mi vida y nunca había visto estas fotografías—dice Isaac, totalmente desconcertado.

—Es como si hubieran colocado nuevas fotografías—comenta Jameson.

Se produce un silencio entre nosotros.

✾✾✾✾

Los demás fueron a la cafetería por algo de comer pero no los acompañé, no me sentía de ánimos. Solo quería ir a mi habitación y descansar un poco.

—¿Enserio no quieres almorzar?—me preguntó Jameson, pero sin su habitual sonrisa.

—Estoy bien, Jameson— le aseguré.

Cuando llego a mi habitación, tomo el teléfono para llamar a mi padre, necesito hablar con él, pero no obtuve respuesta.

Llamé cinco veces más.

Alguien Tiene Que MentirWhere stories live. Discover now