5.PLAZA 19

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AFRODITA

Estoy deseando llegar y desayunar algo, lo que sea. Son las 9 y todavía no he probado bocado. He salido a correr temprano y no me ha dado tiempo. 

Conduzco rápido y aparco en el primer lugar que veo, no sé de quien será este sitio pero no creo que pase nada.

—Buenos días, Adelina—saludo a la mujer que está en la entrada.

—Buenos días, señorita—responde. Hago una mueca por la formalidad pero no digo nada.

—Voy a desayunar algo ¿quieres acompañarme? 

—No puedo cariño, tengo mucho trabajo. Pero los chicos acaban de entrar. Allí te los encontrarás.

—Mmm vale—me dirijo al comedor. 

Cuando abro la puerta me acerco rápidamente a donde tienen todo tipo de desayunos. GLORIA.

—¿La princesa no ha desayunado? —me dice una vocecita muy molesta. Sigo comiendo y no le echo cuenta. —Vale, te encanta ignorar a la gente. Pero yo soy tu amigo. 

—¿Amigo? No eres mi amigo. Tengo pocos amigos y tú, definitivamente, no estás en esa lista—le chincho.

—Guárdate tus datos para ti. Soy tu amigo y punto. —me encojo de hombros. Si le hace ilusión....

—Como gustes, porterucho—me burlo y me da una mala mirada.

Y claro que es mi amigo. Un buen amigo.

Yo sigo comiendo y él me sigue contando su vida. Se que no es muy abierto con sus compañeros, pero conmigo no para de hablar. 

Escuchamos ruido por las ventanas pero no le echamos cuenta y seguimos hablando.

Al rato, Kepa mira su móvil y me mira riéndose.

—¿Qué?—pregunto.

—¿El BMW que está en la plaza 19 es tuyo?

—Tengo un BMW, sí, pero no he visto en que plaza lo he dejado—me encojo de hombros y bebo de mi café.

—Pues estas en graves problemas. Mase es muy quisquilloso con su plaza. Y pide, bueno no, exige. Que quien sea, que vaya y lo cambie. —lo miro con las cejas alzada. 

De ninguna manera voy a dejar que mi café se enfríe por berrinches de un niño pijo.

—Que siga esperando—digo por último y sigo desayunando con toda la calma. 

—Empieza bien el día ¿no? —dice aguantando la risa, no le contesto. 

Sigo pensando en lo que el otro ha armado solo por una plaza. Madre mía y como no, la plaza era la 19.

Termino de desayunar, recojo mis cosas y las llevo a la oficina. Me estoy tomando mi tiempo solo para hacer rabiar más al señorito, que según Kepa está muy enfadado. Joder. Estaba muerta de hambre y aparque en la primera plaza que vi. Yo que coño sabía. Es solo una puta plaza.

Me intento relajar y me repito una y otra vez lo que papá me pidió.

"Afrodita tienes que tener paciencia, hablar con respeto y ser flexible. Tienes que animarlos, no hundirlos, tener empatía, entenderlos y transmitirles seguridad"

Mierda, eso se da en primero de "como ser un buen entrenador" pero nadie me dijo que uno se enfadaría por equivocarme al aparcar mi coche en su plaza.

—Quiero ver esto en primer plano ¿Lo harás correr más? ¿Lo dejarás sin jugar el primer partido? ¿Qué harás? —pregunta Kepa que está a mi lado esperando saber y ver que le diré al chico que se ha enfadado conmigo.

Un amor a medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora