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CAPITULO NUEVE
★🌠. ❛ out of context❜ ⋆⍣💫
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Que relativos son los infortunios cuando nos falta lo esencial, o cuando nos sobra.
-Lady Whistledown
Adhara bajó a tomar su desayuno junto a su hermano como todos los días, lo encontró ya sentado en el comedor con un rostro afligido.
—Buen día, hermano—Saludó
—Me voy.
—¿Qué? —Preguntó Adhara con confusión—¿Cómo que te vas?
—Me tengo que ir, hermana.
—Dijiste que te quedarías conmigo toda mi temporada—Masculló—¿Qué hay de Daphne?
—Eso no es tu asunto—Simon respondió duramente.
—Por lo menos deberías darme una explicación, no puedes irte así ¡No puedes abandonarme!
Su hermano había estado lejos mucho tiempo, y ella solo anhelaba una mano amiga, alguien cercano con quien conversar sin ataduras o modales de por medio. Le había prometido no irse hasta que ella encontrará esa persona y ahora él mismo se la estaba arrebatando. Quería saber porque le rompen las promesas, ¿Acaso no era digna de ningún afecto?
—No lo estoy haciendo, Addy—Dijo el duque más calmado al ver las lágrimas de su hermana—Te quedarás con Lady Danbury.
—Es lo mismo, ¡Me estás haciendo lo que padre nos hizo! —Exclamó subiendo las escaleras golpeando el hombro de su hermano.
Simon se quedó observando su recorrido, sintiendo inmediatamente una pesadez sobre sus hombros. Era cierto, se lo había prometido, pero no llegó a imaginar cuanto iba a escalar su asunto con Daphne y estaba claro que era una promesa que no podía mantener.
La castaña subió a su habitación cerrando la puerta tras ella, Se sentó en uno de los sillones de terciopelo rojo, dobló las piernas debajo de ella, e inspeccionó el resto de la habitación, haciendo visajes incluso más pronunciados con los ojos.
Adhara sacó de un pequeño cofre, sin saber que Simon lo hacía también con la imagen que siempre cargaba en uno de sus bolsillos. Una pequeña bolsa. En el sobre había tres pequeñas pinturas de bolsillo más o menos iguales, pero tomadas desde distintos ángulos: una mujer alta y delicada, con vestido de calicó y una sonrisa tímida pero vanidosa, aquello era la viva imagen de la duquesa de Hastings, su madre. Todo lo parecido a ella que podía esperarse de aquel objeto negro y quieto. La abrazó anhelando un poco de compañía.
