10.Neutro

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Lorena


Los latidos de mi corazón aceleraron su curso de inmediato. Sus labios se mantenían inmóviles como desconfiados, hasta que los empezó a mover sobre los míos. Mariposas, dragones, sentí esas cosas cursis en mi interior. Si había algo en mi cabeza se disipó en ese momento solo prestando atención a esto, a su beso que se sentía arrasador.

Dudé de lo que se suponía yo tenía qué hacer, lleve mis manos tímidas a sus hombros y me aferré de ellos fuertemente. Dylan movía su labios...el problema era que yo no movía los míos, tenía miedo de arruinarlo.

Y esto hizo que el beso se deshiciera, y con él el aleteo en mi estómago, mi agarre en sus hombros y la neblina que cubría mi cerebro. El cortocircuito.

Esperé ver algún tipo de reproche o mala mirada en él, en cambio, recibía el brillo de sus ojos y una media sonrisa. Desprendía felicidad cohibida que hizo fruncir el entrecejo.

—Bonita, he desvirgado tus labios.


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Sorbo mi nariz con un poco de papel mientras me paro de la cama hacia el baño, dejando el libro que estaba leyendo en la cama con el separador.

Era cuestión de tocar la cama para que la mucosidad apareciera. Tomo mi pijama y camino al baño. Me observo en el espejo; mi nariz está roja y mi pelo caótico.

Dejo la ropa en el colgador.

Tiro del papel que contiene mis mocos al bote de basura y lavo mis manos. Cubro todas mis necesidades y luego me doy un ducha rápida. Me cambio y salgo.

Lo primero que noto es que en mi mesita se encuentra un bandeja con dos pastillas, una taza de lo que parece té y frutas. Guío mi vista hacia los ventanales que llegan hasta el suelo los cuales me guían a un balcón, las ráfagas furiosas se cuelan por él abatiendo mis cortinas con rabia. Fruncí el ceño porque estaba segura que las había cerrado, avanzo hasta ellas notando la figura de mi madre apoyada en las barandilla. Tiene su vista en la calle; sola, sombría, adornada por las sombras de los árboles y casas.

—¿Qué haces aquí?

Mamá no se inmutó ante mi voz.

—Hemos tenido problemas en la empresa, nuestros socios nos están dejando a un lado...— dejo de escucharla rodando mis ojos.  

Sonará cruel, pero en fondo de mí se instalaba una alegría ante aquello, una alegría que no admitiría en voz pero que estaba ahí. Era la única manera de poder estar con mis padres; cuando había problemas. Eran casi siempre fantasmas en nuestras vidas.

—¿Has preparado té para mí?

—Eso he hecho.

Vacilé un poco la siguiente palabra.

—Gracias.

Mi madre no dijo nada, caminé hasta su lado.

—¿Has visto los últimos dibujos de Agustín?

—No he tenido tiem...

—Eso creí. Son hermosos, realmente tiene talento y..., él debería asistir a clases de dibujo para desarrollar...

—No. — Cortó.

Molestando a Lorena ✔️Where stories live. Discover now