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parece que nos volvemos a encontrar en el principio, espero que algún día podamos entender como nos empujamos aquí.



Chuuya había despertado en la madrugada por una repentina inspiración, fue hasta la sala tomando su computadora empezando a escribir, le dió hambre así que fue a la nevera encontrando ahí helado... helado de chocolate.

jodido Dazai, realmente le había comprado helado, cuando lo abrió notó que estaba completamente nuevo, ni siquiera lo había probado lo cual significaba que realmente lo había comprado especialmente para él, bastardo, iba a matarlo por ser adorable cuando quería. Se puso frente al computador pensando en que escribir en primer lugar, las ideas parecían estar ahí pero estaban empañadas y no podía verlas con claridad; aún así continúo con la historia

"quizás las dos almas querían esas cadenas, quizás eran almas gemelas, estaban destinados a encontrarse pero simplemente habían decidido pasar la eternidad tristes.

-¿realmente no lo odie?-

-¿de verdad te lo estás planteando? dormía a tu lado pero siempre fue un desconocido, como si no conocieras su nombre-"

había pasado una hora, tal vez dos, no lo sabía con exactitud; su inspiración había vuelto, culpó al helado de chocolate, odio que Dazai fuera quien lo compró. Chuuya detestaba admitir que el realmente quería que Dazai leyera su obra.

La conversación que habían tenido hace un rato había quedado cortada e inconclusa, nunca habían hablado con seriedad como habían sucedido las cosas aquel día, tal vez ellos estaban cómodos con el antifaz en su rostro para hacerse creer que todo estaba bien, que no habían asesinado a alguien a los 15 años de edad; Chuuya lo recordaba a la perfección... El padre de Dazai, un hombre amigable, que usualmente tenía una sonrisa para todos menos para su propia familia, viviendo en una hipocresía fuera de las paredes de su hogar, engañando a su esposa con mujeres jóvenes y detestando a su hijo por verse como "marica" según él, ciertamente aquel hombre era el único en la familia Dazai que era tan desagradable.

Chuuya desde que lo conoció supo que había algo malo en él, Dazai aún con sus múltiples peleas le había insinuado que su padre era un tirano con su madre, lanzandole los trastos con comida alegando que era una mierda y que era una mujer inútil, cuando comían nadie hablaba, Dazai veía esto como algo sumamente aterrador, no tenías derecho siquiera a respirar fuertemente.

la madre de Dazai actualmente simplemente ignoraba el maltrato que había recibido, haciéndose creer a ella misma que no era esa clase de mujer, una mujer golpeada por su marido....

sin embargo el problema más grave empezó con la adolescencia, la época del infierno y desgracia, dónde la vida comienza a ponerse caótica.

aquel hombre había puesto sus ojos en Chuuya, el hijo de su mejor amigo el padre del pelirrojo un Nakahara, aún cuando las familias tenían parentesco entre sí ciertamente no aplicaba como regla general, tal y como en este caso; Chuuya se quedó a dormir en casa de Dazai ese día, su madre no estaba ahí, quizá esa era la primer alerta para él, ellos. Pero simplemente lo ignoraron, tenían solo 15 años ¿que era lo que podías esperar?

recordaba cada detalle, como se había duchado y como había salido del cuarto de baño, sintió unas manos aferrarse a su cuerpo imponiendo fuerza, lo obligó a ponerse contra el suelo boca abajo, intento levantarse pero ese hombre puso su cabeza contra el piso, grito al instante aquel nombre...

𝒖𝒍𝒕𝒓𝒂𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆 Where stories live. Discover now