CAPÍTULO 8: Bienvenida al equipo.

2.6K 234 42
                                    

Me encantan las orquídeas que pone mi madre en la mesa. Eso lo hace desde que soy pequeña. Ella dice que las orquídeas son sinónimo de el cariño que nos tenemos y de nuestra pureza y eternidad.

Un significado muy bonito para unas flores preciosas. Como mi madre.

— ¿Qué? — pregunta sabiendo que la estoy mirando.

— Nada. Solo admiraba tu belleza. — respondo.

— Eres aún más hermosa que yo.

— ¿Ah sí?

— Por supuesto. Eres lo mejor de tu padre y lo mejor de mí.

— No soy tan perfecta. — respondo arrugando la nariz.

— Para mí siempre vas a ser perfecta. Llegaste a mí en el momento justo para iluminar la oscuridad por la cual estaba pasando. — explica acariciando mi cara.

— Te hicieron mucho daño mami. — digo sintiendo las lágrimas aproximarse a mis ojos. — ¿Porqué Amanda te hizo eso? ¿Y porque esas mujeres y ese hombre...?

— No hablemos de eso hija. Eso está en el pasado, tú no debes preocuparte por nada.

— A veces siento que tienes miedo de que regresen.

— Algunas noches tengo pesadillas. Pero solo me basta con mirar a tu padre, a ti y a tu hermano para saber que todo va a estar bien.

Ahora recuerdo las veces en las que no me dejaba de abrazar durante toda la noche. Mi madre tenía miedo, no podía soltarme ni dejarme un solo minuto.

Recuerdo sus ataques de ansiedad y pánico. Esas veces en las que papá la abrazaba para contenerla. Las veces que iba a terapia y los medicamentos que tomaba para estar bien.

Mi madre sufrió mucho, lo vi con mis propios ojos y aunque estaba pequeña entendía el dolor que cargaban cada una de sus lágrimas.

Y no sabia el porqué de tanto dolor, hasta que un día, cuando era más grande, escuché a papá peleando por teléfono con su mamá. Decía que si no se arrepentía por haberle hecho daño a mi madre.

Después de eso lo confronté y fue cuando me contaron toda la historia y entendí todo el miedo de mi madre. Estuve un poco molesta con papá, no lo voy a negar.

Pero papá siempre estuvo allí para ella. Nunca se separó, ni se quejó por eso. Él siempre la apoyó y amo. Hasta ahora y gracias a todo el amor que mi mamá recibió, sanó por completo hasta ser la mujer feliz que es hoy.

Aunque es cierto, que si un trauma se supera, no quiere decir que se olvida por completo. A veces los recuerdos se presentan en pesadillas.

Sin embargo, mi mamá ahora está bien y eso me hace muy feliz.

— ¿Quieres chilaquiles? — cuestiona mi madre con un plato en sus manos.

— Sí son los de Valentina; claro que quiero. — respondo relamiendo mis labios.

— Claro que son los míos, luz. — dice Valentina sonriendo y utilizando el apodo de cariño que me dieron ella y Luck desde que era pequeña.

— Entonces si quiero y con mucho queso y crema. — pido sentándome al lado de mi hermano.

— Buenos días Ky. — dice sin dejar de ver su cubo de rubik.

— Buenos días Harrito. — respondo alborotando su cabello.

— Ela, por Dios, ¿cuando pretendes madurar y llamarme Harry? — cuestiona de forma seria y con un tono de voz atemorizante.

— Sonaste igual que el abuelo. — digo en tono bajo y arrugo la nariz.

MALDITO DESTINO Where stories live. Discover now