Capítulo dos: Fiesta secreta no tan secreta.

284 43 455
                                    


En la vida, a veces cuando pasas un momento vergonzoso debes elegir entre dos caminos, el primero: "reírte de ti mismo" como cuando te caes y te mueres de risa haciendo que los demás también lo hagan y no sean sólo ellos los que se rían de tí. Si te cagas en los pantalones burlándote de ti mismo, aunque sea una tremenda estupidez, pues simplemente te hace ver cómo a alguien cool.

O también tenemos el segundo camino: "hacerte el muerto" así nadie puede reírse, porque prácticamente es algo muy serio, como que te golpeaste un poco y lloras desconsoladamente aunque sea una farsa, eso hace que nadie se burle, sino, que sientan pena de tí, y quedas como la víctima.

Justo en este momento no podía irme por el primer camino, ¿La razón? Estoy con la cabeza en la mesa, luego de un desmayo recuperando mi respiración, y Arthur de Julie está a mi lado, dándome leves toques con su dedo índice en mi brazo. Cómo viendo si sigo respirando.

—Despierta— dice sin más, su voz cerca de mi oído.

Santa virgen de las vírgenes.

Ayúdame dios a no desmayarme de nuevo.

Estoy temblando sin cesar, mi cara se encuentra extremadamente roja, no estoy seguro si todo el salón está viendo la escena hasta que escucho al profesor comenzar la clase, al parecer el único que se ha percatado de ello es el príncipe, quizá Iván, Elliot y Victorio también, no lo sé, necesito trazar un plan en mi cabeza.

¿Un plan?

¡¿Qué plan?! ¡Levanta la cara, Zean!

No, mejor no.

¿O si?

Si la levanto, entonces él me dirá: ¿Qué te pasa hermoso individuo? Y yo le diré:...

¿Qué podría decirle?

Ah, ya sé: Lo siento príncipe, es que me has bendecido con tu toque sobrenatural, pasmando a mi pequeño corazón frágil, destrozando mi cordura y llevándome a un delirio duradero que no se estabilizará nunca a menos que...

Y entonces él me dirá: ¿Qué debo hacer, querido mío? ¿Cuál es el remedio a tu poca cordura?

Y yo le diré: besarme, esa es la única cura Arthur...

Siendo así, me besará locamente mientras me toma del rostro y al terminar se dará cuenta que soy todo lo que busca y necesita en su vida, tanto así que dejaremos el internado y nos iremos juntos a su reino en Portland dónde nos casaremos inmediatamente y...

—Oye imbécil, ¿Sigues vivo?— habla con un tono de voz molesta.

—¿Qué?— digo de imprevisto levantando la cara y poniéndome recto de una forma que ahora me doy cuenta fue muy extraña.

¿Han visto ese meme tercermundista de una señora que se cae entrando a una panadería y luego dice: "¿Pan con chicharrón vende?" Bueno, esta situación fue algo parecido.

Pero esperen, paren todo, ¡¿Mi futuro esposo me dijo imbécil?! ¿¡Qué clase de broma mal hecha es esta!?

—¿Tienes problemas psicológicos?— pregunta Arthur frunciendo el ceño, se ve tan guapo que muerdo mi labio inconscientemente.

Sí, tengo demasiados, pierdo la cordura cuando veo tus ojos verdes, hombre digno de todos mis besos, caricias, manoseos, herencia, vida...

—¿Eres mudo?

—Ah, y-yo, ah— tartamudeo. ¡Pero que le pasa a mi boca!

¡Mi boca se quedó pegada! ¿¡Por qué no puedo hablar?! Mi corazón está latiendo tan fuerte que ya no sé que me pasa, creo que sí tengo problemas psicológicos y también que en cualquier momento volveré a desmayarme.

Un Príncipe De Cuento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora