Capítulo tres: El gay sin final feliz.

249 35 423
                                    

No, definitivamente él no me miró

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


No, definitivamente él no me miró.

👑

Despertar está sobrevalorado.

La alarma hoy me martilla los cesos, más que eso, me siento tan cansado y asqueado de la vida que necesito dormirme para siempre.

Dormir hasta que todo salga como quiero de nuevo. O hasta que el resfriado que tengo por culpa del agua fría pase.

¿Por qué existir? No entiendo, osea, mi mamá pudo haber elegido otro día para procrear con papá y entonces quizá yo no hubiese sido el espermatozoide que ganó la carrera y no estuviera aquí pasando estos jodidos problemas adolescentes.

Pero no, ¡Claro que no! Ella tenía que meterse en ese matrimonio. Hablando de eso, mis papás al principio ni se querían, pero mis abuelos los juntaron sin permiso para que eligieran, sí, cómo en las novelas antiguas, pero luego, ¡Pum! Ambos totalmente locos y enamorados.

¡Esperen! Quizá a mi también me toque mi historia, quizá sea como Orgullo y Prejuicio, ¡Claro! ¿Cómo no lo pensé antes? Quizá Arthur sea como el Sr. Darcy y esté fingiendo que no le gusté desde la primera vez que me vió.

Casi podía oírlo decir: Usted me ha hechizado en cuerpo y alma, y yo, yo lo amo...

—¡No!— grito sentándome en la cama.

Tengo que dejar de ser tan iluso, ¿Qué me pasa? Esto es culpa de haber puesto música tan temprano, y de Louis, su canción "Habit" es la que me está haciendo sentir sensible y pendejo. Ya, estoy en la vida real. Estoy en la vida real.

Ya no me complicaré tanto, no entiendo que me sucede, apenas e intercambié un par de palabras con Arthur y creía que él se iba a enamorar o prestarme atención así de fácil. No, las cosas no funcionan así, y ya lo había aceptado. Nada funcionaba así con él.

Como antes dije: esto apenas comienza.

—¡Zean!— grita Iván del otro lado de la puerta como todas las mañanas —¿Puedo pasar?— pregunta.

Restregó mis ojos saliendo de la cama, apenas me pongo las pantuflas sé que fue un error empezar mi día, están más frías que él corazón de cierto príncipe.

—¿Qué pasa?— pregunto abriendo, luce muy pálido y ojeroso. Resaca.

—Mierda— entra, ya está listo y con el bolso en su hombro, su olor a loción me hace sonreír inconscientemente —El director acaba de convocar reunión de todos los chicos de natación, me lo encontré hace un segundo, me pidió que te dijera.

—La fiesta...

—¡Sí!— exclama —Mierda, si pasa a mayores mamá va a matarme, seguramente me quite mi auto. O peor...

—Joder— rasco mi nuca, esto era lo que faltaba.

Tomo una corta ducha pensando en todas las posibilidades de aquella reunión, en los tres años que tengo jamás me han llamado la atención, y ser reprendido en este internado me traería tremendas consecuencias, tanto académicas cómo familiares. Mis padres siempre han sido muy estrictos conmigo, al igual que los de la mayoría aquí, mi teléfono se dañó e incluso así no les diría nada, usaría mi computador mientras que lo arreglaba con los chicos de tecnología o conseguiría otro, seguramente mis padres me dejarían sin uno por años si se enteraban cómo se dañó. Sé que lo hacen por mi futuro, me esperan grandes responsabilidades, más de las que tengo ahora, y es su deber reprender todas las fallas, y sin dudas una fiesta con chicas, alcohol y demás es un gran motivo para hacerlo.

Un Príncipe De Cuento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora