Capítulo cinco: Visita real.

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—Gracias por ayudarme a recoger mi teléfono— le digo a Elliot, él lo ha traído de uno de los chicos de computación, está acostado semi-desnudo en su cama, en su laptop después de subir una foto.

No le he dicho nada aún de lo que pasó hace un rato, sinceramente no quiero hablar de eso, no quiero hablar de nada.

Apenas veo las notificaciones de mi celular hay como diez llamadas de mamá, mensajes suyos preguntando por la fiesta, mil correos de clases y otro desconocido. ¿Quién es?

Le doy click.

La puta que los parió.

La sangre de Cristo.
ios te salve reina y madre.

—¡Elliot!— grito exaltándolo —¡La familia real me envió un correo!

—Sí, y yo soy hetero— rodea los ojos. Me dan muchas ganas de golpearlo, pero es tan lindo que me da pena.

Entonces ha llegado el momento, procedo a leer en voz alta para callarle el hocico.

Estimado, Joven Danés. Le escribo de parte de la familia de Julié, se comunica con la asistente de la Reina Judith. El motivo de este correo es para, si permite, pedirle un encuentro privado, la familia real han sido informados de su motivación y alegría al ser compañero del principe Arthur. Por esto, el día jueves estaremos visitandolo para poder aclarar dudas. Sin nada más que decir, tenga un buen día.

—¿El jueves no es mañana?— pregunta sorprendido. El correo lo enviaron ayer.

Si él está sorprendido, yo lo estoy el doble al ver los doscientos mil dólares que me han depositado. ¡Mi madre me manda eso cada dos meses! Dios, y ni siquiera puedo gastarlos en mí sino en la colegiatura, ¡Al fin tengo dinero propio!

No, no, no, ¿Qué estoy pensando? Le prometí a Victorio que no hablaría más con Arthur, por eso esperaría a la reina y le diría que no quiero el dinero ni ser su compañero. Fin.

Y ya, si. Es que, seguramente quería que lo ayudara con sus estudios.

No me dejaría cegar por el dinero, de igual forma cuando terminara la universidad y comenzará a trabajar por mi mismo sería rico.

Aunque rico ya soy, al menos físicamente.

—Tu suegra viene mañana— ríe Elliot.

—Calla— bufó sentandome en el pug de su habitación. Sé que si le digo lo que hizo Arthur irá a golpearlo.

—¿Qué pasa?— deja su laptop.

Un Príncipe De Cuento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora