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{Enero 2016}

Está bien que todos tengan personalidades diferentes. Hay que ser tolerantes y estar abiertos a establecer una comunicación. De esa forma se llegan a acuerdos y se mantienen relaciones. Lamentablemente, con la familia no era tan sencillo. Claro, existen familias muy unidas, que dan todo por los otros. Pero existen casos donde los une el vínculo de sangre pero no hay amor, no hay respeto ni tolerancia...

Jimin se sentía estancado en esa segunda situación. Intentar hablar con su madre o su hermano era un caso perdido. Ellos con suerte lo saludaban. No sería un gran problema si él no fuera tan sensible, y su madre no fuera, bueno..., cruel.

O quizás él estaba exagerando. Siempre le decían que él exageraba por cómo se sentía. Así que no estaba seguro si era válida su tristeza, o si lo sacaba de proporciones.

El escenario era el siguiente: las fiestas de fin de año habían transcurrido con total normalidad, es decir, una cena con su madre, una tía con su esposo, y su hermano y la novia de su hermano. Jimin casi completamente en silencio, porque cada vez que hacía un comentario, su hermano lo miraba de esa forma que dejaba entrever lo estúpido que lo consideraba. Por otro lado, los chicos se encontraban celebrando cada uno con sus propias familias y compartiendo mensajes en el grupo. Y Jungkook publicaba miles y miles de fotografías con su novia perfecta.

Y Jimin se sentía solo. Todo parecía tan falso. Él estaba en su casa por obligación, aunque nadie lo quería ahí, observando cómo los demás se relacionaban y a él lo ignoraban. Pudo hacer un esfuerzo de compartir aunque sea un comentario, pero su tío era homofóbico, haciendo que no quisiera a Jimin en lo absoluto. Y Jimin ni siquiera estaba fuera del clóset, pero no se ajustaba a los parámetros establecidos socialmente para ser un hombre aceptable.

Dejando ese desastre emocional de lado, el nuevo año había llegado, y Jimin quería autoengañarse que las cosas serían diferentes. Más tarde querría reírse de su propia estupidez. En su casa las cosas nunca cambiaban.

Se levantó de un buen humor y decidió preparar el almuerzo. Haría arroz frito con verduras salteadas y ensalada. En su celular leía la receta con detenimiento, pero se distrajo sólo un poco cuando Jungkook le habló. Estaba siendo dulce con él, y eso puso una sonrisa cómplice en el rostro de Jimin. Se sentía bien, aunque odiara admitirlo. Era lindo que su amigo le enviara mensajes cariñosos y que le dijera que lo extrañaba. Pero al descuidarse, el arroz se le empezó a quemar.

Con rápidos movimientos, quitó la olla del fuego de la cocina, y mientras revisaba los daños de la comida, su madre entró a la cocina y comentó, sin siquiera mirarlo: —Cielos. Es increíble cómo no eres capaz de hacer nada bien — tomó un poco de jugo del refrigerador y salió del lugar.

Jimin se quedó mirando la puerta de la cocina, sin ver realmente. Todo se detuvo en su mundo porque ahí estaba, el rechazo concreto. Más tarde se preguntaría una vez más, si los padres no deberían amar a sus hijos incondicionalmente, y darles todo en la vida, para formar grandes personas adultas. Pero llegar a la conclusión de que algunos padres, simplemente, no querían a sus hijos era devastador.

Había sido un simple comentario que pudo no haber significado nada, pero para su corazón roto, significaba todo.

Desde pequeño, las demostraciones de afecto no eran comunes. Los halagos tampoco. Pero no fue hasta que conoció a otros niños, que supo que no era algo tan común. Algunos de sus compañeros llegaban al colegio siendo sostenidos por sus padres sonrientes, y antes de separarse, los abrazaban y besaban con un amor profundo. Se cuestionó muchas cosas, e incluso intentó abrazar a su padre, y decirle palabras cariñosas a su madre, pero la reacción no había sido favorable. Todo se vino abajo entonces. Se empezó a sentir no deseado. Y con mucha vergüenza, nunca admitiría que era un pesar que arrastraba incluso en su adultez.

「My blood & tears 내 피와 눈물」 ✨ JIKOOK ✨Where stories live. Discover now