Capítulo 2: La Jerarquía

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El macho alfa se unió a sus subordinados atiborrándose de venado, pero tan pronto como vio que Harry no comía con ellos, resopló y lo tiró de la camisa harapienta rellenando su mano con un trozo de carne.

Su panza gruñó y Harry comenzó a comer, un poco inseguro al principio, pero el hambre ganó rápidamente, no se había alimentado desde la última luna llena hace ya casi tres semanas.

Uno de los machos beta trató de probarlo intentando arrebatarle un pedazo de carne, pero Harry emitió un pequeño gruñido, advirtiéndole, y se enroscó sobre su comida ya que de esta manera el otro macho no podría sacarla. Oyó a los hombres riendo a carcajadas encima de él, no le importó, sin embargo. Estaba tan hambriento. No le daría su comida a nadie ahora que la tenía en sus manos.

Cuando hubo terminado el primer trozo de carne el alfa arrojó otro pedazo a sus manos y Harry comió este también, chasqueando sus dientes a otro macho que trató de tomar su comida, gruñéndole suavemente.

Él no vio nada de malo al comer la carne que le había dado el macho alfa, pero por supuesto no llevaba siendo un hombre lobo por mucho tiempo, y el tiempo que había pasado como un hombre lobo, lo había hecho como un lobo solitario, no un lobo en manada. Lo que vio fue a un alfa distribuyendo los escasos suministros de carne entre los suyos, y lo que en realidad estaba haciendo era muy diferente, lo que el hombre lobo alfa hacía era declarar su intención hacia él y Harry al aceptar su comida aceptaba también esa intención, lo cual hizo que el lobo alfa sonriera, ocultándole a Harry aquella sonrisa, quien ahora se atiborraba de carne hasta llenar completamente su estómago vacío.

Todos los machos beta, que eran nueve, se pararon y se estiraron después de comer tanto como podían, frotaron sus mejillas contra la barbilla del alfa y luego se alejaron corriendo hacia el bosque, Harry trató de escucharlos por tanto tiempo como le fue posible, pero sus risas se apagaron después de unos pocos minutos, indicándole que se habían trasladado fuera del alcance de su oído. Harry estaba feliz, no quería que lo dejara con ellos, pero el macho alfa aun estaba comiendo y no le había dicho qué hacer, así que se quedó donde lo habían dejado, frotando su estomago henchido, preguntándose cuando sería su próxima comida.

- Deberías comer más, eres piel y huesos. Perderás a nuestros cachorros si no tienes suficiente peso para cargarlos. – Le dijo el macho alfa con brusquedad.

Harry palideció significativamente; había estado esperando que el asunto de fecundarlo fuera una broma. Debería de haberlo sabido mejor. El pensamiento hizo que se mareara balanceándose ligeramente. El alfa resopló, irritado, y lo tiró de nuevo hacia abajo.

- Siéntate antes de que te caigas. Sumisos bastardos. – Gruñó antes de desgarrar ávidamente la carne con sus dientes.

Harry miró al suelo, sintiéndose muy insignificante y estúpido. Odiaba esa sensación. Se enroscó sintiéndose cansado todavía. Su lobo se había relajado lo suficiente como para mantenerlo con la guardia baja y él sintió como si también se le permitiera hacerlo, todo lo que haría en todo el día sería comer y dormir. No se le había dado un trabajo y en serio dudaba que el macho alfa esperara que él supiera qué hacer durante el día sin decirle primero, eso era completamente irrazonable.

- Ve y duerme de nuevo en el prado. – Le espetó el alfa, dándole una brusca patada con el pie. – Está caliente.

Harry se quejó y acabó arrastrándose lentamente por el prado antes de enroscarse sobre la larga hierba y las flores salvajes, no estaba acostumbrado a que le dijeran qué hacer después de más de un año haciendo lo que quería, pero era un pequeño precio a pagar por la inmensa sensación de seguridad que sentía estando en una manada, se sentía capaz de dormir cuando quería sin el temor de ser atacado y asesinado por sorpresa a manos de un gran depredador o por humanos cuando se encontraba en su forma de lobo.

The Tribulation of the Blue Moon [Traducción]Where stories live. Discover now