Capítulo 17.

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Las cosas fueron increíbles desde ese día. Y lo mejor: no he hablado con Pete.


Sinceramente ya me molesta la forma en la que me trata, realmente no entiende que fue sólo una noche donde para empezar, yo estaba medio borracho y encima, que yo ya tengo novio, y lo amo.


El domingo fui a caminar un rato al parque con Gerard para luego llevarlo yo mismo al psicólogo. Creo que a los sus padres les da más confianza sobre mi que yo sea el sobrino del hombre que ha atendido a Gerard desde pequeño, y que trabaje con él.


Me agrada caminar con él. Caminar me relaja, y pasar tiempo con Gerard, ni hablar, cada momento a su lado es perfecto. Me gusta hablar con él sobre temas irrelevantes, aunque tenga temas de conversación muy limitados. A pesar de que, como ya he señalado anteriormente, tiene una increíble memoria, su defecto es la incapacidad poner sus ideas en orden.


Llegamos un poco antes de la consulta porque yo tenía que trabajar, pero él, paciente, se sentó y se adentró en su mundo, incluso, una vez que regresó a la "realidad", trató de ayudarme, cosa que no consiguió debido a su torpreza, pero me pareció muy tierno de su parte.


Mientras me peleaba con una doña respingona Gerard entró a su consulta, la buena noticia es que conseguí calmar a la doña.


Cuando salió del psicólogo tomó mi mano y me miró con una especie de inquietud que, al no mencionar nada al respecto, decidí ignorar.


Cuando Gerard llegó a su casa me pidió que pasara, me besó y me miró a los ojos...


-Es hora.


Sabía de qué estaba hablando, al principio tuve mis dudas ¿qué trataba de decirme mi pelinegro? Pero luego recordé la conversación de la vez anterior y supe lo que Gerard tenía en mente.


Suspiré y tomando su mejilla sotlé unas palabras.


-Si es lo que quieres.


Pasé y deduje que los padres de Gerard se encontraban en su habitación, así que subimos. Gerard tocó la puerta.


-Mamá, somos Frank y yo -le informó Gerard a su madre, detrás de la puerta.

-Pasen -respondió.


Gerard abrió la puerta y me encontré con el señor Way recostado y la señora Way con una terrible mirada de preocupación.


-¿Ocurre algo? -pregunté, también preocupado.

-Niños, escuchen... Donald... está un poco enfermo, ahorita estamos por ir al hospital, dice que le duele el pecho.

-Papá... -dijo Gerard con un tono de preocupación ligeramente notorio.

-Lo... lo siento tanto ¿Puedo ayudar en algo? -pregunté.

-Si quieres puedes acompañarnos. -contestó la señora Way.


Asentí con la cabeza y ayudé al señor Way a levantarse para subir al auto.


Hace mucho que no viajaba en auto. En el camino iba abrazando a Gerard, tomando su mano, diciéndole que todo estará bien, tenía un mal presentimiento pero quería tranquilizar a mi Gerard.


Al llegar inmediatamente conducieron al señor Way a una habitación para checarlo, mientras tuve que acompañar a Gerard al baño puesto que no aguanta mucho.


-¿Todo estará bien? -preguntó angustiado.

-Tranquilo Gee, no lo sé, lo que sí sé es que estoy para apoyarte -dije envolviéndolo en un cálido abrazo.


Él se aferró a mi y permanecimos así un largo rato.


Me quedé pensando por un momento, siempre que tratamos de decirles sobre nuestro noviazgo algo sucede, lo pospuse cuando me lo pidió y ahora, su padre está enfermo. Fuera de mis pensamientos decidí mandarle un mensaje a Pete.


"Hey, dile a Mikey que su papá está en el hospital". 

Un Mundo Autista: La Cortina (Fan fic Frerard)Where stories live. Discover now