Frankie Harrington nunca pensó enamorarse perdidamente del Freaky de la escuela y él nunca pensó que dos personas tan opuestas pudieran tener tanto en común. Eddie la salvó una noche, y desde ahí, es que sus caminos jamás se separaron.
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— Bueno, no sé. Pese a que me vale mierda tu novio, Creo que a él no le gustaría esto, que estés en mi tráiler, con una falda corta y tomando cerveza. Pues créeme que yo sí creo en que una mujer y un hombre puedan estar, así como nosotros sin la necesidad de tener sexo, pero hay chicos que no creen eso— Eddie dio un sorbo a su bebida—Soy un buen tipo.
— Oh, ¿Piensas que soy de esas que vive de la aceptación de su novio? — Frankie preguntó desafiante a Eddie y él le sonrió. Le gustaba aquello que oía, le gustaba saber que Harrington no era de esas chicas que corrían en cuanto el novio abría la boca, le gustaba imaginar a Frankie gritándole a Daley por qué prefiere estar con él. Le gusta esa imagen de rebeldía, como si se revelara con su novio, que Eddie asume es más por imposición que por amor— Lamento no encajar en tu estereotipo de chica popular norteamericana, pero ya sabes, la primera noche, cuando me has salvado la vida, Daley...—Frankie hizo una pausa, el alcohol activaba su lado sincero, y no es que no lo fuera, pero soltaba la verdad con menos timidez—Daley se ha ido con sus amigos, los mismos que ve todos los jodidos días y aun así los prefiere— soltó con algo de amargura, como si fuera un descargo, disfrazado de un relato más.
— Entiendo, pero...él no sabe que estás conmigo—habló con intriga— Eso es por algo, no has tenido la confianza para decirle que te irás al tráiler de Eddie Munson, el freak— lo dice entre risas, como si incluso él asumiera su condición de espécimen.
— Eso es porque tu reputación es mala— Frankie dijo sin más—Piensan que eres una especie de sacerdote del satanismo— los dos rieron con diversión—Además, jamás les contaría a mis padres—Frankie dejó de reír.
— ¿Ves que en el fondo si vives de esa estúpida aceptación? — Eddie quería desafiar aquellas palabras, muy en el fondo de su corazón, le dolía aquella diferencia que a ratos parecía hacerse abismal.
Como si fueran de planetas diferente.
—¿Y qué hay de ti? — la chica lo miró serio. — ¿Crees que no sé que no te conviene que nos vean juntos? Pues los chicos como tú, están con chicas como tú . ¿No te daría vergüenza caminar junto a mí por la cafetería y que el resto de tus seguidores del Hellfire club te vieran conmigo?— La chica soltó con franqueza, incluso con cierto dolor— Digo, a veces uso rosa, mis aros son de perla, llevo una melena hasta los hombros y a veces uso faldas, no parezco digna de ser amiga de un chico como tú, idolatrado por muchos.
Eddie quedó pensativo, y quizá la chica tenía razón, probablemente no sean compatibles y ya.
— ¿Por qué siempre buscas llevarme al límite? ¿No podemos simplemente disfrutar este momento? — preguntó, incluso con un rostro iluminado, deseando que aquella discusión incipiente acabe.
—Lo siento, es sólo que...a veces encuentro injusto que las cosas sean así—suspiró Frankie.
