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Una vez dentro del tráiler, la chica se sentó en el sofá

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Una vez dentro del tráiler, la chica se sentó en el sofá. Sus ojos se fueron a la ropa del chico, aquellos tonos claros, estaban teñidos de algo rojo.

— Tu playera está llena de sangre, Eddie— Frankie lo miró a los ojos y Eddie vio su ropa ensangrentada.

— Mierda, tienes razón—sin pensarlo se la quitó, quedando con su torso desnudo, dejando ver algunos tatuajes negros decorando su piel blanca. Frankie cerró sus ojos, Eddie lo notó y le dedicó una sonrisa picarona, a él le gustaba eso, sabía que Frankie luchaba por mantenerse sensata a su lado, pero bastaba con que él acariciara un sólo fragmento de su piel, para que ella cediera ante sus caricias, y cerrara sus ojos para que Eddie comenzase o terminase las cosas que se supone que debiera de hacer.

Caminó hasta su habitación y sacó una playera color rojo, el rojo le quedaba bien, se veía aún más luciferino que de costumbre y Eddie lo sabía, y él sabía que Frankie también lo sabía, y eso parecía gustarle incluso más.

— Pasé a la farmacia. Te compré antiinflamatorios, gasa, suero y alcohol— Frankie sacó la compra de su mochila.

— ¿Por qué eres así conmigo? Yo busqué a tu novio, sabía lo que pasaría, no soy un buen luchador—Eddie se paró frente a ella y la chica lo miró.

— Daley fue injusto conmigo, tú sólo hiciste lo que hace un hombre de verdad— la chica no pudo evitar sonrojarse y mirar al piso, Eddie hizo lo mismo, pasó su mano por su cabello, dejando ver sus anillos que lo hacían demoniaco, pero a la vez, eran el lugar seguro de la chica— Yo me encargaré de él, pero ahora, me importas tú.

Eddie asintió, tomó su mano y la encaminó hasta la habitación, Frankie dejó las cosas en la mesa de noche que estaba al lado de su cama, sus corazones latían fuerte, sabían que de a poco estaban creando una ficción entre ambos, y estaban dispuestos a dejar que todo llegue hasta donde tenga que llegar, sin apuros, pero nerviosos y llenos de inseguridades.

Frankie sacó una píldora del frasco, Eddie sabía que la chica quería cuidar de él, y él estaba dispuesto a ser su conejillo de indias si ella quería jugar a ser enfermera o doctora, o dentista, incluso veterinaria, por absurdo que eso sea. Él sólo sacó la lengua para que ella pusiera la píldora en el dorso de ésta, para que después le entregara un vaso de agua, él tomó el vaso de sus manos, rozando sus dedos, queriendo llevarlas hacia él, y permanecer quietos así. Ninguno hablaba, estaban en silencio, sus corazones se comunicaban solos.

Eddie se apoyó en la pared y Frankie limpio sus heridas. Su boca estaba más deshinchada, a ella le dolía con sólo verlo, él por su parte, estaba dispuesto a que Frankie atacara a sus labios, sin importar el dolor, pero sabía que lo de ellos no iba por ahí, sabía que, para un beso, debían esperar.

— ¿Te duele? — preguntó la chica, rompiendo ese silencio infernal. La pregunta era algo tonta, la respuesta, evidente.

— Sólo un poco, pero qué más da. Sólo quiero volver a tener mi carita angelical — ambos rieron. Frankie siguió limpiando, Eddie estaba apoyado contra la pared de su habitación, la chica se puso de puntillas frente a él para poder alcanzar la piel de su ceja, sus alientos se mezclaban y estaban tan peligrosamente cerca que tenía miedo de terminar comiéndose sus labios. 

SUPERMAN (Eddie Munson) ✔️Where stories live. Discover now