Capítulo 23: Darte un beso.

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P A U L I N A.

Había pasado un poco más de una hora desde que papá y Caro fueron a casa. Y más que preocuparme porque no llegaran, me daba curiosidad saber el porqué estaban tardando tanto.

¿Estarían hablando de mi hermana?, ¿Caro le habría contado algo de ella? O... ¿Estarán pensando en irse juntos a España para vivir felices con su hija?, ¿Y si papá me abandona por irse con ellas? No, no. Papá no sería capas de hacer algo así, ya habíamos hablado de eso. Y honestamente tampoco imaginaba a Caro pidiéndole que hiciera tal cosa.

La intriga me estaba matando, así que, cuando dejó de llover, le pedí a Íker que me cubriera y así pudiera salir a escondidas. Por suerte nadie me descubrió y en menos de tres minutos ya me encontraba frente a mi casa, cruzando los dedos para que la perilla de la puerta principal estuviera sin llave. Sonreí al ver cómo giraba y la puerta se abría.

Entré con sigilo, y me preocupé al no escuchar nada más que silencio. Pero casi se me escapa un chillido de emoción al asomarme por el humbral de la sala de estar, y ver a Caro acurrucada entre los brazos de papá. Escuché que ella murmuraba algo que no alcancé a entender mientras se pegaba aún más a él

—No tienes nada que agradecer. Lo hago porque te quiero—Mordí mi labio inferior para intentar no gritar al escuchar a papá hablándole al oído.

Me asomé un poco más y cubrí mi boca con ambas manos al ver que él le daba un beso en la mejilla a Caro. Ella se levantó un poco y lo miró con una pequeña sonrisa.

—Yo también te quiero—Comencé a dar brinquitos de alegría al escuchar su respuesta, pero me detuve con la boca abierta al ver que Caro se inclinaba hacia papá y lo besaba.

Aunque no supe exactamente dónde, porque desde donde me encontraba escondida no había alcanzado a ver sus rostros. Aún así saqué mi celular rápidamente y les tomé una foto, antes de que Caro volviera a recostarse contra el pecho de papá.

Me dio tanta ternura verlos así, que volví a tomarles una foto, esta vez abrazados, antes de volver a casa de la tía Valu dando saltitos de felicidad.

A G U S T Í N

A pesar de que era un momento bastante doloroso y complicado para ambos, no podía evitar sentirme contento de tener a Carolina aquí. Entre mis brazos y más cerca de mi, como hace mucho no lo estaba. No sólo físicamente, sino de una manera distinta: más real, más sincera, sin barreras de por medio. Más ella misma. Sí, eso era.

Me sentía muy afortunado de finalmente compartir un momento así de importante con ella. Sobre todo después de haber estado ausente cuando más debí de haber estado junto a ella.

Aunque supongo que es por eso que esa dicha no eclipsaba por completo el sabor amargo que sentía en la garganta cada vez que la escuchaba sollozar, cada vez que la sentía temblar bajo mis manos o cada vez que veía una lagrima más resbalar por su mejilla.

Llevaba años sufriendo por una pérdida de la cual yo no me había enterado sino hasta que ya era demasiado tarde. Diez años tarde.

Aunque eso sí, los minutos parecían estar drenando ese dolor. No sabía si yo estaba siéndole de ayuda. No sabía si habían sido mis palabras, mis brazos sosteniendola o mi simple compañía que la hacía sentirse menos sola. Pero fuese lo que fuera, al cabo de un rato en silencio, sentí que Carolina volvía a recoger cada uno de esos pedacitos en los que se había quebrado hace unos instantes y comenzaba a reconstruirse poco a poco.

Papá... ¿Qué es Aguslina? [Editando]Where stories live. Discover now