P A U L I N A
El timbre del celular del tío Maxi me hizo levantar la cabeza del hombro de Alex. Llevábamos más de media hora sentados frente a la puerta del estudio, con la intriga de saber qué tanto ocurría allá adentro. Las paredes insonorizadas no eran de gran ayuda y no nos quedaba más que esperar. Aunque aún no sabía qué era eso que esperábamos ni cual era nuestra señal para abrir. Al menos no lo supe hasta que descubrí que quien llamaba al tío Maxi era papá.
—Agus. Hermano, yo...—Calló sin chistar.
Alex y yo lo miramos atentos. No alcancé a escuchar qué fue exactamente lo que dijo papá, pero se escuchaba bastante serio.
—Está bien, ya le digo—Mi tío colgó y volteó a verme—Creo que te descubrieron.
—¿Qué te dijo?—Pregunté preocupada.
—Que hablará conmigo luego. Pero quiere que abras la puerta ya mismo y que entres.
Abrí los ojos de par en par y me llevé una mano a la frente. Estoy en problemas.
—¿Abortamos la misión?—Preguntó Alex a mi lado.
—No nos adelantemos. Tal vez aún no esté todo perdido.
—Pues... Yo escuché a Agustín bastante molesto.
Suspiré resignada y dejé caer la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados.
—Ay no. Me van a matar.
—Sip. Efectivamente: la misión Aguslina fracasó.
—No me digas—Respondí sarcástica y con los ojos entornados—Ya vuelvo.
—Que la suerte esté de tu lado, soldado Bernasconi.
—La necesitaré—Murmuré en respuesta.
Avance hasta la puerta y les di un último vistazo a Alex y al tío Maxi antes de decidirme en quitar el seguro. Me sonrieron en señal de apoyo, así que tras un suspiro hondo abrí y entré al estudio en donde me esperaban mis padres.
Cerré la puerta detrás de mi, despacio. Papá estaba de pie contra la pared opuesta a mi, con sus brazos cruzados sobre el pecho haciendo juego con su expresión seria. Mamá, en cambio, esperaba sentada en el sillón que se encontraba en medio de la habitación, abrazando su torso con ambos brazos y la mirada baja. No parecía molesta, sino más bien nerviosa o inquieta.
Ambos levantaron la mirada en cuanto me sintieron llegar, pero simplemente me observaron en silencio. Al menos hasta que papá se decidió a romperlo.
—Siéntate, Paulina.
El tono cortante de su voz me obligó a obedecer sin protestar. Caminé a paso lento hasta tomar asiento junto a mamá en el sillón y bajé la mirada hasta mis dedos entrelazados con nerviosismo en espera del regaño.
—Fuiste tú, ¿Cierto?—Preguntó papá. Levanté la mirada pero no respondí, así que él suspiró cansado—Bien, cambiaré la frase: sé que fuiste tu quien planeó todo esto.
Miré a mamá de reojo antes de volver a bajar la mirada. Papá resopló frustrado.
—Paulina, tienes que parar. Estas cosas no pueden seguir ocurriendo.
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Papá... ¿Qué es Aguslina? [Editando]
RomancePapá me había prohibido abrir la caja más grande al fondo de su armario, pero la curiosidad me mataba. ¿Que tenía ahí que era tan importante como para que no quisiera que la abriera? Dudé un poco en hacerlo, pero al final decidí abrirla. Dentro, h...