Capítulo 9: Inquilina.

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A G U S T I N

Nos pasamos los siguientes quince minutos de camino en silencio. El único ruido era el de la música de la radio. Tal vez yo no era el único nervioso por la situación, porque no dejaba de verla jugando con sus dedos sobre el regazo.

Cuando entramos al vecindario, estacioné frente a mi casa, y justo cuando bajé de la camioneta, vi a Paulina corriendo hacia mi. Venía de la casa de al lado, la de Maxi.

-¡Papi, ahora sí no te salvas, necesito que me cuentes todo lo que pa...!-Se detuvo en seco en cuanto escuché la puerta del copiloto cerrarse. Su mirada estaba clavada en ese lugar y sabía el porqué de su rostro perplejo.

Volvió sus ojos abiertos de par en par hacia mi, buscando una respuesta. Pero no dije nada, sólo le sonreí divertido antes de dirigirme hacia la parte trasera de la camioneta. Saqué la maleta de Caro de la cajuela y la volví a cerrar.

Volví a donde estaba Pau, y ahora también Carolina. Mi hija no dejaba de mirarla con incredulidad y confusión, pero en cuanto vio la maleta en mi mano, su ceño se frunció aún más.

-¿Qué está...?-Murmuró, mirándonos a ambos.

-Tenemos nueva inquilina, ¿Quieres que te la presente formalmente?-Sus ojos se abrieron aún más, al igual que su boca, pero no tardó en sustituir su expresión de perplejidad por una de entusiasmo.

-¡¿Va a vivir con nosotros?!-Sonrió de oreja a oreja.

-Si no te molesta...-Me interrumpió enseguida.

-¡Claro que no me molesta, es genial!-Chilló-¡Vamos, yo te llevo a tu nueva habitación!-Tomó a Caro de la mano y la arrastro hacia el interior de la casa.

Reí antes de seguirlas a adentro. Subí las escaleras deprisa. Escuché la voz emocionada de Paulina en la habitación de huéspedes y me dirigí hacia allá. Al asomarme por el humbral de la puerta, me encontré con Pau dándole un pequeño recorrido por la habitación a Caro. Sonreí al instante.

-...igual si no encuentras algo, puedes llamarme. Mi habitación es la de al lado-Dijo, supongo que concluyendo con su explicación.

-También a mi. La mía es la de en frente-Ambas voltearon a verme recargado en el marco de la puerta.

-Gracias por todo-Sonrió-A los dos-Está vez fuimos Pau y yo quienes sonreímos.

-No tienes nada que agradecer-Respondí yo-Bueno, te dejamos sola para que te instales a gusto. Cualquier cosa, ya sabes donde encontrarme-Miré a Pau de reojo, quien me miró con una ceja alzada-Encontrarnos, pues-Reímos.

-Bien-Asintió y lo último que vi antes de salir de la habitación junto a mi hija, fue una pequeña sonrisa en su rostro.

Joder, ese simple gesto logró que mi corazón diera brinquitos de alegría como un idiota. Uno muy feliz, eso sí.

Pau se fue a su habitación, así que yo aproveché para ir un rato al pequeño estudio que tenia en casa, en una de las habitaciones libres. Me senté en el sillón frente al teclado, con una libreta y un lápiz en la mano.

Tenía una melodía en mente que llevaba rato rondando por mi cabeza, así que luego de pasar un rato ahí encerrado, obtuve como resultado la base de una nueva canción. Probablemente nunca sería expuesta al público. Era muy mía, así que seguramente yo sería el único que la escucharía, pero de igual manera me ayudó bastante sacar todo lo que sentía.

Salí del estudio y al detenerme frente a la puerta de mi habitación, observé con curiosidad la de enfrente. La de Carolina. Dudé un poco, pero terminé por pararme frente a ella y tocar con mis nudillos un par de veces.

Papá... ¿Qué es Aguslina? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora