CAPÍTULO 10 "Detrás de sus huellas"

0 0 0
                                    

Beatriz veía los alrededores, era un cuarto gris cerrado, la única fuente de luz apuntaba por encima de su cabeza iluminando su brazalete dorado y sus uñas con pintura escarchada, la mesa de aluminio era tan frío cómo la mirada del hombre qué la visitó, volviendo esa sensación de haber visto esos ojos en alguien y siente qué se le aprieta el estómago. No quería ver directamente esa mirada qué penetraba hasta en lo más profundo de su cabeza.

Quería que todo esto se acabara y apunto de soplar la primera palabra se le atraviesa el brillo de un anillo dorado, recordó lo que debía hacer. Gira ante el dueño del anillo, un hombre moreno vestido de traje y corbata sumamente impecable con unos lentes de pasta grande que al reflejo de la luz escondia su mirada, pero solo necesitaba asentir la cabeza. Con toda confianza dice que no vio a otra persona pero recuerda a ver sentido la presencia de alguien muy cerca de ella, luego de haber despertado en el hospital.

El teniente se acuesta sobre el espaldar de su asiento y se limita anotar la información en su libreta. Sigue indagando sobre esa afirmación, quería presionarla un poco más. La chica intenta exprimir su atormentada memoria y consiguió algo mas, sintió una mano sobre su boca, en ese momento pasa su índice por una parte de su cuello, en el sitio donde aún le dolia. El abogado intercede abiertamente entregandole un informe de toxicología afirmando que fue cedada. El teniente observa el informe y más interrogantes se le cruzaban en la cabeza.

Marcos ya no soportaba mantenerse quieto, se inclina ante la luz y de manera directa pregunta el motivo de su visita a la casa del carpintero. El abogado intervine diciendo que esa información no es relevante para el caso. Marcos se muerde los labios y observa la mirada represiva del teniente, respira profundamente y vuelve a contraatacar -. No es coincidencia que estuviera en ambos incidentes ¡Claro que es relevante!- dice.

El abogado hace su ofensiva diciendo que aquella acusación por el incidente del bosque es mera especulación y no hay pruebas física que lo demuestre y le advierte en tono amenazante que tenga cuidado con sus acusaciones.

El teniente posa su mano sobre el hombro firme de su compañero y le hace un gesto con la mirada, Marcos respira profundamente y aprieta sus labios, sintiendo el sabor amargo de una llamada de atención a los ojos de un tercero. El teniente le pide disculpa al abogado y luego observa con mirada de padre a la pobre chica que se hallaba agotada de tener que recordar cada detalle de su traumática experiencia. Por último le pide cómo si fuera un favor algún otro recuerdo importante. Ella estaba a punto de abrir los labios pero cruza su mirada con la de su abogado, que de alguna manera le dio a entender que ya no debía seguir dando información, cierra sus labios y asiente.

En la oficina, Marcos caminaba inquieto de un lado a otro alegando que la chica muy bien se pudo haber cedado para argumentar su cuartada, el teniente seguía leyendo el informe y le dice qué no hay pruebas, Marcos no se detiene, pone sus dos manos sobre el escritorio, se inclina hacia él y le dice -Y si ella pudo haber lanzado la jeringa al agujero, quizás esté allí nuestra prueba.

El teniente considera muy rebuscado su hipótesis, no le encuentra sentido que una adolescente bien acomodada y de buena crianza haya planeado un homicidio de manera milimetrica hacía un hombre que sólo conoció una vez. Le pide que se tome un descanso y le aconseja que sea más prudente para la próxima vez, su carácter impulsivo le esta causando algunos problemas.

En la preparatoria, Nima revisa el nuevo escondrijo de su diario, allí estaba otra vez, en la sección de filosofia y literatura religiosa. Aquellos libros estaban bañados de una gran capa de polvo, para ella era una muy buena señal. Acaricia con cariño el lomo de cuero y de manera inconciente le susurra que nunca la abandonara. Sale de la biblioteca y otra vez observa a Marcos merodeando la oficina de la subdirectora, eso despertó una alarma que le hacía hervir la sangre y guarda su diario.

Nima - Una depredadora disfrazada de presaWhere stories live. Discover now