21.- Beso robado.

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Me di la vuelta y vi que Natalia salía tambaleándose del bar, producto del alcohol. Me apresuré a cogerla para evitar que se cayese.

—¿Estás bien? —le pregunté a Natalia.

—Sí, tan sólo he tropezado... —me respondió.

—Estás borracha —le dije entre risas.

—Y tú estás preciosa... —me contestó sonriendo.

Le quité la copa de las manos para evitar que siguiera bebiendo y le dije que se sentase conmigo.

—¿Te vas a quedar conmigo? —me preguntó.

—No estás en condiciones de estar sola ahora mismo.

—Eres muy buena —me dijo Natalia apoyando su cabeza sobre mi hombro—. Podrías estar dentro de fiesta y estás aquí cuidándome.

—Ya te lo dije, no estás en condiciones de estar sola —le respondí.

Natalia se incorporó y se me quedó mirando, de repente me besó. No lo vi venir, no me lo esperaba. Me separé al momento.

—Lo siento, no te enfades —me dijo Natalia.

—Tranquila, será por el alcohol, no sabes lo que haces —le dije entre risas intentando quitarle hierro al asunto.

—El alcohol lo único que ha hecho es darme el valor de besarte, me gusta y quise besarte desde el primer momento en el que te vi —me dijo Natalia.

—Natalia, creo que te estás confundiendo... me caes muy bien y todo eso, pero no hay nada más —intenté explicarle.

—Tienes novia... —Natalia hizo una pausa— claro, cómo no ibas a tenerla... una chica como tu tiene que estar pillada.

—No es eso.

—No te gusto...

—Soy hetero Natalia.

—Bueno si esa es tu razón, no te doy por perdida... —Natalia hizo una pausa— Eres hetero, de acuerdo, pero puede que algún día aparezca una chica que te enamore y no mirarás si es chico o chica, simplemente te enamorarás de la persona. Voy a luchar por ti, ya te dije que siempre lucho por lo que quiero y ahora te quiero a ti...

—Natalia, vamos mejor dentro. No tienes que luchar por mí, deja de beber ya.

—Te he besado y no he sido correspondida. Y aún así te preocupas por mí... —me dijo Natalia mirándome profundamente a los ojos—. Eres una chica muy especial.

—Venga ven, te ayudo a levantar y vamos dentro.

Ayudé a Natalia a levantarse y entramos al bar. Me fui directa a Sofía, me acerqué a ella por detrás y la cogí de la cintura.

—Hola, princesa —le dije al oído.

Sofía se giró y su mirada estaba llena de odio y de dolor, nunca me había mirado así.

—¡Suéltame! —me gritó Sofía.

Me quitó mis manos de su cintura de malas maneras y se alejó de mí.

—¿Te pasa algo? —le pregunté.

—No te acerques a mí, no vuelvas a acercarte a mí. ¡Olvídame! —me gritaba Sofía.

Se puso en dirección hacia la calle, pero fui detrás de ella y la detuve.

—¿Sofía qué pasa? —le pregunté muy preocupada.

—Que te vayas Bella, que no quiero hablar contigo...

—¡No me voy a ningún lado! —le dije enfadada, por no saber qué le pasaba y no decírmelo— ¿Qué te pasa?

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora