Capítulo 3.

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Como personajes de un libro, la autora controlaba la mayor parte de las decisiones importantes en sus vidas, al menos las importantes durante el transcurso de la trama, y podía obligarlos a cambiar su comportamiento. Eso ciertamente podría sentirse forzado y hasta antinatural cuando lo intentaba y los lectores notaban aquello, es por eso que la autora, como toda escritora novata, hacía situaciones sumamente convenientes para juntar a los personajes que sus lectores tanto amaban.

Un claro ejemplo de ello fue el repentino trabajo en parejas que hizo el maestro de historia.

Samantha maldijo a la autora en su mente cuando vio que este trabajo fue en todas las clases de su grado y, para sorpresa de nadie, su novio y esa chica terminaron haciendo el trabajo juntos.

— Profesor, ¿Podemos hacerlo las tres? —preguntó Christina como de costumbre en estas situaciones.

Esta clase estaba en números impares así que siempre alguien quedaba solo, así que era normal para ellas hacer los trabajos en parejas las tres juntas.

— El salón ahora hay 30 alumnos, así que no —señaló el maestro, recordándole que ahora había una nueva alumna en la clase. Esto logró hacer que Samantha maldijera a Aylin en su mente— Y en este trabajo las parejas se harán al azar —pero definitivamente no la maldijo tanto como al maestro.

Samantha suspiró al ver que a Karen y a Christina les tocó juntas. Al menos ellas dos tendrían un compañero que trabajara.

‹Que no me toque con Óscar› pidió en su mente, recordando que ese chico nunca hacía nada y este trabajo era innecesariamente largo. No quería hacerlo todo ella.

— Becker, te toca con Vogel.

‹Retiro lo dicho›

De pronto hacer el trabajo por su cuenta sonó más tentador de lo que pudo imaginar, y las razones de Samantha para pensar de esa manera sólo aumentaron al ver cómo Aylin estaba jugando con un lápiz sobre la nariz, con la mirada en la nada, en lugar de prestar atención a la clase.

‹Agh, no quiero que ella arruine mi promedio› pensó, algo molesta mientras el maestro hacía a las parejas del trabajo sentarse juntos. Le había costado mucho mantener un buen promedio, no quería que por culpa de ella se arruinara.

— Y recuerden que este proyecto vale 20% de su calificación —remató el maestro, dando un trabajo muy importante en pleno octubre, un trabajo del que nunca dijo nada antes.

‹Por favor, que la autora haya sacado a esta chica de un libro de historia› pidió en su mente. Aunque, ahora que lo pensaba, ¿Sacar a un personaje de otra historia no era plagio...?

— Esta tarea es aburrida —se quejó Aylin, mirando la hoja con la rúbrica con cara de aburrimiento absoluto.

La miró mal— Quiero aprobar la clase.

Aylin dejó la hoja en la mesa y en su lugar tomó el lápiz con el cual estaba jugando antes de cambiarse de asiento, mirándolo como si fuera lo más interesante del mundo— Yo también —comentó, sin mucho interés, mientras comenzaba a hacer unos trucos con este.

Esta chica era una causa perdida...

— Bien, yo haré la planificación —suspiró, notando que lo mejor para ella era no hacerse ilusiones con que Aylin haría mucho. La cabeza de esta chica parecía en la luna.

— Te dejo los honores —se rió.

Tenían un mes para hacer esto y tendrían que reunirse después de clases si querían terminar a tiempo. Para su desgracia, su calificación no dependía sólo de ella, también dependía de Aylin.

— Vamos a hacer esta parte en mi casa —sentenció Samantha, apuntado a una parte de la pauta.

Aylin la miró un momento— ¿Por qué no en la mía? —preguntó con curiosidad, desviando su mirada nuevamente al lápiz en sus manos.

—...—frunció el ceño ligeramente mientras la miraba de pies a cabeza.

Aylin era una chica que, si bien usaba el uniforme o, mejor dicho, una parte de este, este se notaba descuidado. La ropa estaba algo arrugada y un par de botones de su camisa estaban mal abotonados, como si nadie se preocupara siquiera de decirle que había puesto mal los botones de su camisa; el pantalón tenía polvo que destacaba por culpa de que era oscuro, aunque esto probablemente era de las actividades en los clubes. Todo esto sin mencionar los calcetines, muy coloridos, que podía ver asomándose de sus zapatillas y esa bandana roja que rompía todo el protocolo del uniforme. Además, su mochila era muy infantil.

Estaba segura de que si ella era así en la escuela, su casa, o su cuarto en su defecto, era un completo desastre.

Volvió su mirada a la hoja— Mi casa está bien...

Aylin sonrió— Estás pensando algo descortés, ¿Verdad? —cuestionó, leyendo a través de ella.

— Bueno, siguiendo con el plan —decidió ignorar sus palabras, logrando que Aylin soltara una pequeña risa que la puso nerviosa. Definitivamente ella había notado lo que estaba pensando.

Estoy a favor de la villanaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن