Perdón por la tardanza~, la universidad no quiere que yo sea feliz (。•́︿•̀。)
***
— Huevos, huevos~.
Era divertido ver a María McDonald, con su corderito, cargando unas cajas de huevos, las cuales iban a vender.
—...—Aylin entonces le dio una mirada perezosa a las gallinas, quienes hicieron un "coco", esperando que les diera de su sándwich— ¿Desde cuándo ponen tantos huevos? —Les preguntó, sabiendo que no les iban a responder. María estaba cargando ocho bandejas, sola, pese a que hace unos días habían sacado más bandejas. ‹Si hiciera eso, me caería de cara›.
— Cococo...
No parecían saber tampoco, pero lo que sabía es que los pollitos ya estaban grandes y les estaban saliendo plumitas en la cola.
‹Están esponjosos›. Sonrió, viendo a uno de los pavitos presumir las plumas de la cola.
Los pollitos eran esponjosos, el detalle es que sus mamás daban miedo y no podía tocarlos.
‹La vida es tan cruel...›.
Tan cerca de la esponjosidad de un pollito, y tan lejos a la vez...
— Aylin, ¿Quieres acompañarnos? —le preguntó Patrick desde la camioneta.
Le dio una última mordida a su sándwich— Depende, ¿Tienes licencia?
— Me ofendes —le mostró su licencia, la cual estaba en la guantera del auto.
‹Cierto que en Estados Unidos puedes sacar licencia a los 16...›. Pensó vagamente, levantándose para ir a acompañarlos a vender los huevos. Ver a las gallinas era divertido, pero eran las vacaciones de invierno y estaba aburrida. ‹ ¿Cuándo son las clases...? ›. Se preguntó por un momento, notando que el corderito de María los miró con desolación desde la cerca, parecía decir "llévenme con ustedes".
— María tiene un corderito, un corderito, un corderito. María tiene un corderito y blanco es su color. Allá donde María va, su corderito va detrás.
‹Qué letra tan precisa›. Ocultó su sonrisa con su mano, escuchando a esos dos hermanos cantar "María tiene un corderito" de camino a la tienda, siendo que María, de hecho, tenía un corderito que la seguía como una cola.
Los McDonald eran una familia... curiosa, pero eran divertidos y era cómodo estar con ellos, incluso sabiendo que la madre, Irina, era una bruja, una que de alguna forma logró quitarle esa maldición que le tiró su abuela a su madre.
‹Me gusta aquí›.
No tenía que preocuparse de que Amber hiciera algo tonto, digno de una protagonista, ni preocuparse de que le fuera a pasar algo por vivir con ella. Ahora, seguramente, ella estaba pasando el rato con William, intentando hacerles sentir a los lectores que podía quedarse con él, pero era obvio que eso no iba a pasar, no cuando existía Matthew, el chico malo.
"Me enamoré del bad boy", así se llamaba el libro. Era obvio con quién se iba a quedar, y ese alguien no era Will.
— Oh, ¡Hola!
Al escuchar eso, mientras Patrick y María negociaban con el dueño de la tienda para vender los huevos, Aylin se dio la vuelta, encontrándose con la señora que veía cuando iba a la escuela.
— Hace tiempo no te veía —le sonrió la mujer mayor, de unos cincuenta o sesenta años, de piel blanca ya arrugada y el cabello con unas cuantas canas—. ¿Cómo has estado?
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Estoy a favor de la villana
Teen FictionAún faltaba mucho para el final del libro, ¡Ella aún tenía posibilidades de recuperar a Matt y que tuvieran su "felices para siempre"...! O eso era lo que pensaba hasta que ella apareció... - ¿Qué te hace creer que esta vez sí será diferente? -pregu...