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Cinco minutos para que fueran las dos de la madrugada, la familia completa de Victoria dormía. Los padres descansaban plácidamente luego de una ardua jornada laboral para Daniel; siendo arquitecto, y María, que aparte de su oficio de columnista, tiene que ver algunos quehaceres. Francesca, la hermana mayor de Victoria, dormía felizmente, ya que había quedado con su novio -de hace cinco horas- en verse, para algunas cosas innombrables.
Victoria, hacía pocas horas que había entrado en el sueño. Y aparte de sus familiares que dormían normal o bien físicamente y metal, ella no, había quedado preocupada y pensante sobre una pequeña situación, pero alertadora...: siendo en la mañana, Victoria se encontraba sentada en su patio delantero, chateando con su amiga; Katthia -o mejor amiga según ella-, peleando por esta red social con su amiga por el simple y tonto hecho que a ella no le gustaban los musicales en las películas, pero Katthia la trataba de convencer de que eran entretenidas y no incómodas como suponía la muchacha. Dejó el móvil a un lado, ya no quería escribir refutando. Miró a la casa de al frente, en un acto de reojo insignificante, dándose cuenta que en el segundo piso, se encontraba su vecino; Sehun, ni nada menos que haciendo ejercicio a plena vista, con las cortinas completamente abiertas, pero más que este raro tipo de gym, le llamó la atención que el sujeto la miraba directamente a ella, ya que mientras hacía flexiones de brazos, cerca de la ventana, la alcanzaba a ver. Se hizo la desentendida, como si no se hubiera percatado y entró a su casa, como si nada, pero por dentro la incomodidad la comía. Y no era primera vez que sucedía esto, ya que había pillado algunas ocasiones a su vecino mirándola "más de lo debido". Nunca de todos los años conviviendo se han saludado, mucho menos entablado una palabra entre ellos dos, solo cuando han compartido en alguna de sus casas.

La puerta trasera se abrió lentamente, abriéndose paso a una sombra masculina completamente de negro, encapuchado, y con una arma cortante que sostenía entre su guante de cuero negro. Silenciosamente, sin apenas sentirse su presencia, subió sin prisa al segundo piso. Casi como si conociera la casa -y agradeciéndo que no tuvieran un perro-, pasó a la primera habitación matrimonial, donde yacían los padres de Victoria y Francesca. Primero, se detuvo al costado de Daniel, tomando posición, y en un acto digno de un profesional, tapo con su mano la boca del caballero, sin dejando pasar un segundo, cortó la orta de este, desangrandose rápidamente, pero sin dejar un sonido que lo revelase. Siguió con la mujer, haciendo el mismo acto, solo que al taparle la boca, sólo alcanzó a abrir los ojos exaltada, para luego que le hicieran un tajo profundo en su cuello.
La habitación seguida era de Francesca, a la que pasó de inmediato, viendo cómo dormía completamente destapada, desordenada. Repitiendo el acto con los cuerpos anteriores, la tapó con fuerza de la boca y le hizo el corte muy profundo y profesional en el cuello. Botó el cuchillo allí mismo. Todo sin hacer mínimo ruido, prácticamente haciendo sus actos en un sonido mudo, con una prolijidad sensata.
Fue a la penúltima habitación, encontrándose a la chica menor de todos allí, durmiendo plácidamente. El hombre se acercó a ella lentamente, contemplandola por unos minutos, como si fuese una escultura de arte. Decidió ser piadoso.
Rápidamente sacó un trapo y le vertió cloroformo de una botellita que traía, tapando las fosas nasales de Victoria, dejándola profundamente.
Rápidamente sacó algunas joyas, algo de dinero, pequeñas pertenencias de alto valor, desordenó todos los cajones, haciendo ruido con libertad, sabiendo que la familia casi completa ya no estaba en este mundo. Ya satisfecho de su cometido se marchó de la vivienda masacrada. Mientras se iba echaba un último vistazo a las habitaciones manchadas de sangre, con cadáveres asesinados sin algún motivo ni mero remordimiento.

Seguía la oscuridad, la noche pronunciandose, cuando Victoria se despertó con un dolor intenso en la cabeza y con ganas de hacer sus necesidades. Levantándose mareada, se sentó en la cama, y al estar completamente consciente se dio cuenta que había un revoltijo en su habitación, estaba todo en el suelo; cajones, ropa, libros, todo. De inmediato tuvo una noción de lo que había sucedido y esto le trajo una flacidez en sus piernas, como si se hubiera debilitado. Su mente hacia que su estado anímico decayera, pero se mantenía aún alerta.
A paso lento y sin hacer ningún ruido, fue de apoco saliendo de la habitación, mirando atentamente a su alrededor. El miedo y una sensación de adrenalina la calcomian de nervios por el estómago. La primera habitación a su derecha era la de Francesca. La puerta estaba entreabierta, con temor le dio un empujón, dejando ver la atrocidad que sufrió su hermana. Las lágrimas cayeron solas, se acercó a la cama y abrazó el cadáver que emanaba sangre, sus piernas no aguantaron más y cayó bruscamente al suelo. Su llanto era diferente, producía un grito de dolor que nunca antes había hecho, todo salía por sí solo, era una pena desde las entrañas. Ya no le importaba si había alguien más que le hiciera daño, no le importaba nada. Gateando, fue a la habitación de sus padres, tratando de pensar que no se encontraría con el mismo suceso, que por alguna razón sería diferente, pero la habitación era parecida a la escena anterior. Su grito fue más profundo, gemía del terror y de la tristeza que sentía. No entendía nada, quería que todo fuese una pesadilla, un sueño profundo, aunque se sentía real y no quería creerlo. Las lágrimas no la dejaban ver con claridad, como pudo, se acercó al cuerpo de su padre ensangrentado, y lo abrazó como pudo, con toda la fuerza que tenía, agarrando al mismo tiempo la mano de su mamá. Y se quedó allí, manchada completamente, cerró los ojos, y espero y espero a poder volver a despertar de nuevo, pero no podía.

Luces de las sirenas de los policías colorearon la pieza oscura, la bulla bombardeaban la cabeza de Victoria. Unos carros de policías aparcaron en la entrada y dos funcionarios entraron junto al vecino de enfrente.

-¡Policía! ¿Alguien se encuentra aquí?

Rápidamente alguien subió las escaleras, casi saltandolas, la chica sintió que entraban a la habitación, pero ella solo quería seguir soñando y abrazando a sus padres.

-Vamos Victoria, tienes que salir de aquí -una voz masculina, gruesa y muy conocida le habló cerca, muy cerca.

Con los ojos cerrados, no hizo caso y siguió en la misma posición. No hasta que sintió que unos brazos tomaron su cuerpo y la levantaron.

-¡No! bajenme, bajenme, por favor -gruñó, lloraba descontrolada, así que apenas le entendió.

Esta trató de zafarse, pataleó para que la bajaran pero no lo logró, era más fuerte que ella, la sostenía muy firme.

-Llamen al detective Stevens y a la forense, rápido. -ordenó un hombre fuera de la habitación.

-De acuerdo, la ambulancia está por llegar -comentó otro oficial en el primer piso.

El hombre llevó a Victoria en brazos hasta el living privado, donde la recostó en el sillón. Ella no veía nada, sus sentidos estaban desconectados con el exterior, solo por el oír sabía que estaba en la vida real.

-No estás sola, me tienes solo a mí de ahora en adelante... -susurró el hombre.




El Vecino Where stories live. Discover now