VI

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Sehun, posó delicadamente su mano sobre la de ella en la mesa alba, con tono de despreocupación excesivamente amorosa pronunció:

-Sé que todo esto es muy difícil y terrible y que estas poniendo tu mejor empeño socialmente, pero por algo te estoy invitando: para que te puedas relajar y desconectar con todos.

Tenía completamente la razón, no había literalmente ninguna desventaja, le favorecía en todos los aspectos.

-Está bien, si quiero ir... Me ayudaría mucho a sobrepasar esto...

La mano seguía posada sobre la de ella, ninguno de los dos quería soltarse en sí, ninguno de los dos le importó mucho tampoco, pero la sensación de contacto, de afecto le sensibilizó y más en el tema con él, mucho más con su estabilidad en estos momentos. Por un tema de desconocidos y de no total confianza, ella se soltó primero. Aún seguía esa sensación dentro de ella, que de alguna forma germinó -o se implantó-, que al principio no era de mucha importancia, pero si le extrañaba a Victoria, más de porqué y hacia quién venía.

No trató mucho de pensar en el tema, pero si dejaba de pensar en ello, se haría sumergir nuevamente a la brecha de la depresión por sus papás, aunque parezca una forma inaudita, quería olvidarlos, borrar de su memoria lo sucedido, que ya no tenía a nadie, a nada.. Solo ya en profundizar en qué hacer se le llenaron los ojitos de lagrimas.

-¿Estás bien? ¿Quieres ir a casa? -preguntó Sehun con preocupación.

-Sí, por favor.

Era horrible, se sentía mal, pero era eso o ella acabar con sí propia, y tampoco tenía la valentía de tal acto, no quería, quería estar bien, poder sobresalir, es su único objetivo.
Llevando esto a querer sentirse amada de nuevo, a poder sentir esas sensaciones de cariño y amor, independientemente de a qué vinieran, pero quería sentirlas, palpitar, volver a poder amar y que fuera recíproco, pero no se daba cuenta y tampoco quería verlo de qué forma. Estaba a flor de piel cómo una primeriza adolescente.

Llegando a casa no había nadie, desolada y helada estaba el hogar. Victoria se sentó a ver televisión para divertir la mente y el dueño de casa encendió la calefacción. Sin previo aviso él se sentó al lado de ella, mientas veía de fondo una película cualquiera.

-¿Estás mejor?

-Sí...

Algo ya de por sí no estaba bien, podría ser la película, o la calefacción... Había un aura rara, intensa podría decirse.

-Victoria, de verdad me importas mucho -con su mano derecha tomó su mentón-... Quiero qué estés bien...

Se habían acercado inconscientemente los dos, de manera igualitaria, inapropiado para la ocasión, el momento y tipo de relación lejana qué tenían. Pero que de alguna forma Sehun quiere reforzar.
La muchacha, casi encandilada por el rostro de Sehun, se dejó llevar apacible hacia él, no le importó nada, absolutamente nada, se dejó tomar, despreocupandose de las preocupaciones. En cambio, este sabía y aprovecharía cómo un lobo la situación, encarnando algo que quería hacer hace muchísimo tiempo. Brotando una maldad qué solo él portaría. Sabiendo que llevaba ventaja y las riendas, la acercó brusco a sus labios, besándose por fin a modo despreocupado, como si fueran recién novios.
Sehun ladeó a la chica, casi encima, traspasando toda su calor corporal, apoderandola, apretándola completamente a su merced, encantandole esta acción, esta forma de cuidado, de protección qué quería sentir.
De besos cariñosos a apasionantes y unas tocaciones suaves, quedaron en eso, pero con ganas, hasta que un motor de auto se sintió en el porche.
Victoria de inmediato soltó completamente a Sehun, llevándolo a caerse del empuje. Ella subió a prisa a la habitación a encerrarse y él solo se limpió la saliva y se arregló la camisa.

-¡Ya llegamos! -se pronunció la señora.

Con unas bolsas de compras y el pequeño hijo yendo a abrazar a su querido padre, llegaron a hacerse presentes después de horas.

-¿Y la niña?

-Está en su habitación, no ha bajado desde que llegamos... No ha parado de llorar y quejarse.

-Qué mal...

Solo pronunció eso y fue a la cocina a ordenar las compras. Sin ningún gesto, ni de pena ni de credibilidad.

-Papi, fuimos a comer helado de chocolate.

Hunri detalló mientras Sehun lo sostenía en sus brazos.

-¡Qué rico! ¿No me compraste uno?

-Es que mamá no me dejó -hizo una mueca de puchero.

-No importa, mejor ¡vamos a jugar!

Victoria había escuchado todo desde arriba, sentía como si desde abajo se viera su culpabilidad, su vergüenza. Solo viendo por ella misma, pero sin darse cuenta la acción de Sehun, que siendo más interpretada por una forma de salvarla, no era esa la intención de verdad...

El Vecino Where stories live. Discover now