XV

9 3 0
                                    


El automóvil que había rentado lo estacionó en el subterráneo y subieron juntos de la mano.
Por suerte de Sehun nadie importante subió al ascensor. Era importante la discreción, la experiencia y ocurrencia hicieron sus movimientos más prolijos.
Había dado por sentado su bajo perfil, pero se dio cuenta que seguía llamando la atención de igual manera, con todos los esfuerzos que hacía para no generar movimientos; no eran suficiente. El gerente de costumer service lo esperaba en la entrada de la suite.

—Estimado señor Sehun.

—¿Sí ? ¿Ocurre algo?

—Necesito comentarle, en privado —miró de reojo a la niña.

—Vamos a la terraza —mandó sehun y siguió el paso—. Quédate aquí, por favor.

Victoria hizo caso, y como un animalito quedó desolada mientras los hombres hablaban en un tono sospechoso en la entrada de la ventana. Aún así de la bajeza del tono ella podía entender desde el otro lado del pasillo.

¿Qué ocurre?

Sr. Sehun, sabe que nuestra recepción cumple con todas sus expectativas y nunca lo hemos defraudado, al contrario...

Sí, les pago por lo mismo... Pero ¿a qué quiere llegar?

Sucede... Bueno, ustedes saben que este lugar acoge todas sus necesidades a criterio individual, servicios que sólo ustedes reciben a cortesía de la casa, pero han habido conflictos internos.

¿Cómo?

Tratamos de brindarles la mayor comodidad a todos nuestros clientes, y por ello tenemos que amoldarnos a cada demanda... Anteriormente he recibido amonestaciones sobre su desacato, señor Oh.

Vaya al grano.

Ya con algo de molestia sehun cruzó los brazos y el señor de más edad buscaba las palabras indicadas para dar el mensaje.

Sabe que ante los privilegios que reciben ustedes, también hay regulación sobre estas acciones, y usted ha hecho un desacato a una de nuestras reglas.. Está estrictamente establecido que no se puede merodear con acompañamiento categórico.

El sujeto hablaba en clave casi entendible, no tanto para la niña pero sí para Sehun; que se le notaba en el rostro.

Pero pasa desapercibida, no lo entiendo..

El tema es que quieren un trato parejo nuestros clientes por ello al verlo a usted, han hecho un alboroto exigiendo poder ellos también merodear, lo cual es imposible, ustedes saben las reglas.

Lo sé, pero es solo cuando es muy predecible... No como las de Dunhbley.

Exactamente, pero han transitado por el pasillo principal, lo cual no deberían hacer.

Pero solo he pasado una vez, creo.

Señor Oh, no hablo solo de esta fecha, sino también de años anteriores que se han acomulgado... Están algo molestos desde el superior, necesito verificar que no volverá a suceder.

Ya entendí, no, no volverá a pasar.

Muchas gracias por la accesibilidad.. Somos una hostal de prestigio y queremos seguir con nuestra reputación.

Sí, lo entiendo.

Esperamos que este inconveniente quede en el pasado y siga en nuestras instalaciones con la normalidad que le permitimos.

—De acuerdo... Ya sabe por dónde está la salida.

Victoria se alejó del pasillo rápidamente y se reincorporó en la entrada, quieta. El trabajador se retiró sólo, Sehun quedando pensativo desde la terraza, mirando de reojo a la niña.
Ya había traspasado los límites, tenía que volver.

—Volveremos, empaca todo —avisó el hombre desde el otro extremo.

—¿Cómo?

—Nos vamos, Victoria, regresaremos a casa.

Ella no preguntó más he hizo inmediatamente caso. Con eficacia ya tenía su maleta lista y Sehun de igual manera, casi con una rapidez como si huyeran de algo, cuando no era tan así. En diez minutos ya estaban saliendo del penthouse, casi exaltados colectivamente. Subieron al ascensor y el hombre presionó un botón de color negro, cosa que nunca había hecho antes ni ella se había dado cuenta de la existencia de dicho coso inofensivo, pero que generaba mucha curiosidad. Los pisos iban contándose: 3, 2, 1, -1, -2, -3...
Se suponía que había subterráneo sólo hasta el -2, pero se había equivocado en cierto punto. Victoria se aguantaba las ganas de preguntarle a Oh, pero no quería hacerlo enojar ni nada por el estilo, así que prefirió callar. El ascensor abrió sus puertas y un pasillo extenso se presentó ante ellos. Era un típico pasillo del edificio, decorado con los mismos tapices y alfombras, mismo tono de luz y lámparas, pero este era sumamente extenso y no habían puertas, menos ventanas. Ahora sí ya Victoria no daba más, quería saber qué pasaba.

—¿Dónde estamos? —preguntó con tono de una curiosa de buenas intenciones.

—Es una salida alternativa, para más seguridad... No te preocupes.

El hecho de que fuera de un aura trética y que no pudiera ver la salida ni el sol la asustaban aún más, prefería quedarse en el ascensor que seguir caminando. Sabía que mentalmente se boicoteaba, y que no corría realmente peligro, pero algo le daba mala espina y no sabía descifrarlo. Era Sehun y no quería ver esa alternativa.
Siguieron y siguieron caminando, siempre él uno o dos pasos delante de la niña. Aunque no confiaba, se sentía algo protegida. Lo único que podían escuchar era el eco de las ruedas de sus equipajes, nada más y nada más. El pasillo contenía tal recorrido de direcciones hacia la izquierda, luego una a la derecha, luego dos a la izquierda, escaleras, derecho, escaleras y así iban caminando, ella ya había perdido noción de tiempo y lugar, pero con la figura de Sehun presente no se sentía tan mal.
Intuía algo del porqué de este pasillo y su fin bizarro, pero prefirió evitarlo, por su propio bien.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 20 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Vecino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora